La comunidad no es algo excepcional: no es exclusivamente para una elite. Es una realidad que muchas personas viven a menudo sin desarrollarla; no llegan a profundizar ni a beneficiarse plenamente de ella. Las reuniones necesarias en una empresa pueden llegar a ser más amistosas y personales. En lugar de mirar a la secretaria como una máquina que hace cosas, se la puede contemplar como a una persona con un corazón. Desde que se comienza a amar y a respetar a las personas, se produce una alegría que se comunica y unos lazos que se estrechan. Desde que se comparte de un modo más personal, desde que nos comprometemos unos con otros, uno se vuelve responsable, se camina hacia la madurez humana; uno se hace más humano y se descubre la comunidad, se descubre la celebración.
Jean Vanier , Cada persona es una historia sagrada, P193
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