La ternura de Jesús

La ternura que hay en Jesús es así; no quiere asustar. No quiere despetar admiración, aun sabiendo que eso forma parte de su misión. Cuando transforma el agua en vino en Caná, o manda a Lázaro salir del sepulcro; cuando sana al paralítico o devuelve la vista a los ciegos; cuando multiplica los panes y la multitud quiere hacerlo rey, Él huye. Jesús no quiere convertirse en un rey de la tierra.
 
Jean Vanier, No temas amar, P40

No quiere forzar


Cuando el joven rico se aleja, el amor de Jesús queda herido. Jesús sufre porque en Él hay poder para transformar y liberar, pero no quiere forzar; Él no se impone. Invita, llama: "Si quieres, cree en Mí".

Jean Vanier, No temas amar, P37

¿Miedo a Jesús?

Jesús sana porque ama y porque, con toda la ternura de su ser, desea venir a nosotros. No quiere que le tengamos miedo. A nadie puede infundir miedo aquel niño nacido en Belén, de una joven, María, en toda la belleza del amor (...). Vino a sanarnos. No quiere asustarnos. Viene como pobre y pequeño, aquel hombre que al final se deja clavar en el madero; aquel hombre desnudo, desposeído de todo, condenado a muerte.
Es pobre, ¿quién podría tenerle miedo? No quiere que le tengamos miedo. No quiso morir con aires de grandeza. Jesús murió llorando.
Lo único que quería era que todos y cada uno de nosotros fuera transformado, tocado, para continuar su obra, para difundir más su mensaje de amor, su mensaje de paz.


Jean Vanier, No temas amar, P36

Empezar por amar


No se nos llama en primera instancia a la actividad. Nuestra vida no consiste únicamente en transformar el mundo; si así fuera, quedaríamos atrapados en un círculo sin fin. Si queremos transformar el mundo tenemos que empezar por amar y por abrirnos a la experiencia del amor, de lo infinito; experiencia tan frágil que empieza por un suave susurro de paz. Ahí, en unos momentos de oración o después de haber recibido el cuerpo y la sangre de Jesús, percibimos los primeros llamamientos del Espíritu al banquete de bodas; al encuentro con el Esposo; a la unión con el cordero.

Jean Vanier, No temas amar, P120

Los riesgos del amor

El amor asusta por el riesgo que implica. Incluye el respeto a la libertad del otro, sin que sea posible prever el rumbo que tomarán las cosas. Puedo ser fiel hasta la muerte, sin que el otro lo sea. Y también puedo no serlo, pues siento bien mi debilidad. Este es el riesgo del amor. 

El amor no es solo una experiencia que nos abre a lo infinito; es igualmente un vínculo, una atadura que nos fija al tiempo. Es el matrimonio del tiempo con la eternidad, y su belleza consiste, en última instancia, en la realidad de la fidelidad, del afecto mutuo y del compromiso permanente del uno para con el otro

Jean Vanier, No temas amar, P114

Heridos en el amor

Los que han sido heridos, muy pronto vuelven a levantar barreras y procuran más ser admirados que amados. Temen al amor, porque al amar nos hacemos forzosamente vulnerables. Podemos ser heridos si la persona amada no corresponde como desearíamos, o si nuestro deseo de unión no se realiza como quisiéramos. El que ama se ofrece él mismo, en cierto modo, sin barreras, en un impulso de amor; si este ofrecimiento es rechazado, el que ama sufre entonces más profundamente que nadie. Un niño abandonado por sus padres o un enamorado al que dejó su amada, son personas con heridas tan profundas que quizás no cicatricen nunca.
 

Jean Vanier, No temas amar, P112

Ser diferente de los padres

Cuando se llama al hijo a algo que sea diferente de los padres, a menudo éstos lo sienten como una amenaza; por ejemplo, si el hijo quiere vivir pobremente y ellos no. En seguida nos sentimos amenazados y asustados; entonces levantamos barreras para proteger nuestra forma de actuar y nuestra sensación de que somos hombres capacitados y poderosos. Cuanto más faltos estamos de libertad interior, más necesidad tenemos de amontonar riquezas y de sentirnos virtuosos y capaces de seguir el orden establecido. Pero no es eso lo importante. Lo importante es crecer en la libertad interior, en la libertad para encontrarse con la gente; para acogerla; para distinguir en qué podemos responderle; para aprender a mirarla sin miedo; para aprender a detenernos junto a la persona herida.
Tal como hizo el buen samaritano. ¿Qué va a ser del hombre herido si no me detengo?

 

Jean Vanier, No temas amar, P79

Reunirse para compartir

Para que una comunidad se forje realmente es necesario que sus miembros puedan juntarse como personas, como hermanos y hermanas, y no sólo para trabajar. Cuando es muy pequeña es fácil para todos los miembros reunirse para compartir. Las reuniones surgen espontáneamente en cualquier momento del día; pero cuando las comunidades crecen, el trabajo aumenta, los visitantes se hacen cada vez más numerosos y existe el riesgo de que los miembros no se reúnan más que para organizar y programar. Es indispensable, entonces, que haya una hora fija, un día o una noche a la semana en que no haya visitantes, en que se tenga tiempo para estar "entre nosotros".
 
Jean Vanier , La Comunidad, P 307

Quienes están solos

Me llama la atención el número de personas que viven solas y que
abrumadas por la soledad, se hunden en la depresión o en el
alcoholismo, porque es evidente que la soledad puede trastornar. Cada
vez hay más personas desequilibradas porque su vida familiar ha sido
triste, como los drogadictos, delincientes y todas las personas que
buscan una familia y un sentido a la vida. En los años venideros
tendrán que nacer pequeñas comunidades de acogida, en donde estas
personas solas puedan encontrar una familia y lleguen a sentir que
pertenecen a algo o alguien. Antiguamente, los cristianos que querían
seguir a Jesús abrían hospitales y escuelas; hoy, que hay cada vez más
enfermeras y maestros, será necesario que los cristianos se
comprometan con estas nuevas comunidades de acogida para vivir con
quien no tiene familia y necesita que alguien le demuestre que le
quiere, que puede crecer en libertad y que, a su vez, puede amar y
dar la vida por los demás.

Jean Vanier, La Comunidad, P 305










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Arcas de América Latina · Brown 293 · San Isidro, Buenos Aires 1642

No estamos solos

El descubrimiento dentro de la fe de que Jesús ama a todos los hombres
y especialmente a los marginados ayuda a la persona a descubrir su
propia dignidad de hijo de Dios. La manera de la comunidad de acoger
la muerte de un hermano, ayuda a algunos a superar su miedo a la
muerte. Por lo mismo, la Eucaristía y la oración en común ayudan a
descubrir que todos somos disminuidos de corazón, prisioneros de
nuestros egoísmos. Pero Jesús ha venido para curarnos interiormente,
salvarnos y liberarnos por el don de su Espíritu. Es la Buena Nueva
que él trae a los pobres: no estamos solos en nuestra tristeza, en las
tinieblas de nuestra soledad, en nuestros temores, en nuestra
afectividad y en nuestra sexualidad trastornada. Él nos ama y está con
nosotros. "No temas, yo estoy contigo".

Jean Vanier , La Comunidad, P 302

La terapia del Arca


En el Arca estamos descubriendo nuestra propia terapia, muy diferente a la terapia de los hospitales, y diferente tambien a la terapia fundada únicamente en medicamentos o en psicoanálisis. Es una terapia basada en una relación auténtica vivida en una comunidad, en un trabajo y en una verdadera vida espiritual. Todo esto aporta a la persona un dinamismo, una aceptación de sí misma y una nueva motivación. La persona desamparada descrubre poco a poco que forma parte de una familia, de una comunidad. Esto le da seguridad  y paz. Pero para poder encontrar esta armonía interior necesaria para la vida en comunidad, ciertas personas necesitarían una ayuda profesional.
 
Jean Vanier , La Comunidad, P 301

"El amor no basta"

Bruno Bettelheim ha escrito un libro titulado: El amor no basta. Lo que dice es justo aunque acentúa tal vez demasiado el aspecto analítico. Se puede deducir que para ayudar a una persona marginada, angustiada, en peligro, y en las tinieblas de la confusión es necesario tener cierta competencia. Hay que saber acoger las crisis, las violencias, las depresiones, saber lo que se está queriendo decir a través de las regresiones y de las fugas, saber descifrar los mensajes enviados a través de actos extraños y robos, y responder con sinceridad a sus gritos y necesidades. Es necesario conocer ciertas leyes sobre los trastornos y el crecimiento humano a través de la relación y del trabajo, y la manera de conducir hacia una curación interior. Hay que saber sobre todo entablar una verdadera relación con la persona.
 
Jean Vanier , La Comunidad, P 301

La sed del marginado


El peligro de muchos marginados está en que n0 han vivido una relación vital con su madre, lo que ha dejado en ellos una especia de herida. Están sedientos de una relación de ternura que les acoja plenamente en todo momento. En lo más profundo de su ser está ese grito constante pidiendo amor. Al no haber recibido este amor durante su infancia, no han vivido tampoco las primeras frustaciones del niño, como cuando la madre se vuelca hacia otro niño que acaba de nacer. No han vivido las envidias que se integran más tarde y por eso tienen una sed insaciable; quiere poseer totalmente a la persona de referencia y rehusa que se vuelque hacia otro.
Quien ayuda a un marginado no debe estar nunca completamente solo. La referencia debe estar bien integrada en una comunidad.

 
Jean Vanier , La Comunidad, P 300

Esperar mucho del otro


Qué difícil es acoger a la gente tal y como es, con todo lo bueno y herido que hay en ella. Los padres esperan mucho de sus hijos; los esposos esperan mucho el uno del otro. En El Arca, un responsable de hogar espera mucho de un asistente nuevo. Si nos creamos una imagen del otro y no se corresponde con la realidad, nos decepcionamos y tendemos a rechazarlo. ¿No es lo mismo cuando una madre da a luz a un hijo con una deficiencia? No se ajusta a sus sueños. Muy a menudo, puede no aceptarlo. La imagen que tenemos del otro , o la imagen de lo que quisiéramos que fuera, impide la comunión. Ésta hecha raíces en la realidad, no en los sueños. No podemos estar en comunión con alguien si no lo aceptamos como es.
 
Jean Vanier , Cada persona es una historia sagrada, P 91

Los hijos

En las sociedades más ricas existe un cierto temor a dar vida. Los
padres se paran a menudo en las dificultades económicas; los dos
trabajan y la madre se cansa; muchas veces no encuentran una vivienda
adecuada. Se ve al hijo como una riqueza, pero también como una
incomodidad y un peso económico. Yo me pregunto, de todas formas, si
no hay algo más tras la caída del índice de natalidad en nuestras
sociedades más acomodadas. En las comunidades de El Arca que hay por
todo el mundo, hay muchas parejas comprometidas. Reciben sueldos mucho
más bajos y tienen a menudo tres, cuatro o cinco hijos. ¿No será
porque han encontrado en la vida comunitaria de El Arca una esperanza?
No tienen miedo a traer niños al mundo.

Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada, P 115

Dar vida a otro

En el libro de Saint-Exupéry, el Principito dice que se es responsable de quien se ha domesticado. Uno se vuelve responsable del corazón que se ha despertado, pero todavía más de ese pequeño corazón que se ha procreado. Comunicar la vida es una de las necesidades más profundas de todo ser viviente. Desde el origen del mundo, la vida engendra vida. Ocultas en cada flor, en cada fruto, en cada legumbre, en cada árbol descansan las semillas que darán lugar a miles y miles de nuevas flores, frutos, legumbres o árboles. Aristóteles decía que los seres vivos participan de la eternidad, no individualmente, sino a través de la permanencia de la especie y de su capacidad de dar vida a otro ser semejante. 

 
Jean Vanier , Cada persona es una historia sagrada, P 114

Las pruebas

A menudo cuando una comunidad está a punto de desmembrarse es cuando las personas empiezan a aceptar el diálogo y a mirarse a los ojos, pues se percatan de que es cuestión de vida o muerte hacer algo definitivo y radicalmente diferente. Frecuentemente es necesario llegar hasta el fondo del abismo para alcanzar el instante de verdad, reconocer la propia pobreza, la propia necesidad de unos y de otros y pedir socorro a Dios.
Las pruebas que quebrantan una seguridad superficial liberan muchas veces nuevas energías que hasta entonces estaban ocultas. A partir de estas heridas renace la esperanza.

 
Jean Vanier , La Comunidad, P 132

La primera impresión

Frecuentemente en nuestro primer encuentro con quienes son diferentes nos asustamos -porque son diferentes. Una persona con discapacidades no habla, o su cara de algún modo perdió su atractivo, o nos vemos enfrentados por sus incapacidades -a caminar, a hablar. La primera sensación en un encuentro es una sensación de incomodidad y hasta a veces condenatoria. ¿Por qué tomamos a la gente así? Pero después, si es que puede haber un encuentro, y si en algún lugar pueden contar su historia, mientras escuchamos descubrimos que no son diferentes a nosotros. Yo tengo capacidades, sí. Pero yo tengo un corazón que es vulnerable y ellos tienen un corazón que es vulnerable.
                                  
 - Jean Vanier, Conversación inédita con estudiantes, Junio 2007

Nada por mí mismo


Por mí mismo no puedo hacer nada. Nos necesitamos los unos a los otros, porque cada uno de nosotros tiene diferentes dones. Vos tenés dones que yo no tengo, yo tengo dones que vos no tenés. Entonces juntos podemos hacer algo hermoso.
 
                                                                       - Jean Vanier, Conversación inédita con estudiantes, Junio 2007

Vivir en la confianza


Para desarrollarse, la confianza requiere comunicación y diálogo. El niño habla y expresa sus deseos no sólo a través de palabras, también a través de llantos, con su cuerpo, con un completo idioma no verbal. Si los deseos del niño no son atendidos o son malentendidos, va a llegar un momento en el que va a dejar de expresarlos. Se cerrará sobre sí mismo; morirá dentro de sí mismo. Para vivir en confianza, un niño necesita sentirse comprendido. Necesita que sus padres, o alguien que ocupe su lugar, hablen y compartan cosas con él.

-Jean Vanier, Cada Persona es una historia sagrada, p.85

Lo lindo de cada uno

 Hay muchas cosas malas sucediendo pero en cualquier lado que veas gente haciendo algo bello, estás viendo gente bella. Lo más importante en nuestra sociedad es ayudar a cada persona a descubrir qué es lo lindo de ella, para que juntos podamos crear una sociedad donde nos amemos unos a otros.

Jean Vanier, Conversación inédita con estudiantes, Junio 2007

Nuestra identidad de amor


La gente que agrede debe descubrir que hay algo que se llama ley. Pero eso necesariamente no los va a hacer cambiar. ¿Cómo ayudar a la gente a descubrir que su identidad no es una identidad de poder, sino que su verdadera identidad es una identidad de amor?

Jean  Vanier, Conversación inédita con estudiantes, Junio 2007

Expresarse


Expresarse no es sólo decir lo que va mal, las frustraciones y los enfados -aunque a veces es bueno decirlo-, sino hablar de las motivaciones profundas y de lo que se está viviendo. A menudo es una manera de ejercer el don para sostener a los otros y ayudarles.

Jean
Vanier, La Comunidad,  P 65

Los dones de cada uno


Hay quien tiene el don de sentir inmediatamente y vivir el sufrimiento del otro; es el don de la compasión. Otros tienen el don de notar cuando algo va mal y pueden poner enseguida el dedo en la llaga: es el don de discernimiento. Otros tienen el don de la luz y ven claro en todo lo que atañe a las opciones fundamentales de la comunidad. Otros tienen el don de animar y crear una atmósfera propicia a la alegría, el descanso y al crecimiento profundo de cada uno. Otros tienen el don de discernir el bien de las personas y de sostenerlas. Otros tienen el de la acogida. Cada uno tiene su don y debe poder ejercerlo para bien y crecimiento de todos.

Jean Vanier, La Comunidad,  P 65

Construir comunidad

 
Bonhoeffer, en su libro Vida en Comunidad, habla de distintos ministerios necesarios para la comunidad: el de retener la lengua, el de la humildad, el de la dulzura, el de saber callarse cuando se nos critique, el de la escucha, el de estar siempre dispuesto a hacer un servicio en las pequeñas cosas de la vida, el de soportar a los hermanos, el de perdonar, el de proclamar la palabra, el de decir la verdad y, por último, el ministerio de la autoridad.
Jean Vanier, La Comunidad,  P 64

Un llamado a las familias

Nuestra época prepara una gran esperanza. Encuentro cada vez más parejas y familias que descubren que su vida actual de trabajo es inhumana. Algunas ganan mucho dinero, pero lo pagan con su vida familiar. Vuelven tarde por la noche, sus fines de semana están a menudo ocupados por asuntos de negocios, toda su vida está captada por el mundo del trabajo; les cuesta encontrar la tranquilidad interior necesaria para vivir apaciblemente en familia. Día a día vuelven más hiperactivos y están a punto de descuidar lo que hay de más profundo en ellos...
 
Jean Vanier, La Comunidad,  P 73

Una nueva conciencia de mí mismo

Jesús vino a tomarnos a cada uno de nosotros en este paso del mundo al Padre. Vino a cambiar las raices más profundas de mi ser, y a darme una nueva conciencia que me hace ser feliz y estar tranquilo con mi pobreza, e incluso con el vacío que hay dentro de mí; y, como ya no tengo nada que defender, pierdo mi agresividad. No necesito luchar, porque se que soy amado. (...) Entonces puedo vivir sin tensiones. En griego, la palabra "perdón" connota esta "falta de tensiones".
 
Jean Vanier, No temas amar, P 21

"Todo me da lo mismo"

Hay en cada uno de nosotros, lo sabemos bien, un ser ávido de celebridad y de poder, o un fondo de depresión, de tristeza, de "todo me importa un bledo", "todo me da lo mismo". Y esto es así, ya sea que nos seduzca la riqueza o el deseo de que nos conozcan y nos quieran, o que seamos seres depresivos, tristes, que van en busca de compensaciones. Y toda nuestra vida tiene que ser una transformación progresiva de nuestra conciencia, para ir entrando poco a poco en la conciencia del Padre. La conciencia del mundo me lleva a relacionarlo todo conmigo: me hace ver a los demás únicamente en función de mí; y hace que les utilice; me hace levantar a mi alrededor barreras de temor y de miedo. Jesús vino a hacernos pasar de la conciencia en donde busco mi propio yo, -"mis" riquezas, "mi" gloria, "mi" poder, donde intento demostrar algo y donde soy incapaz de mirara los ojos de mi hermano herido, porque todo lo reduzco a mi yo egocéntrico-, a una conciencia nueva, que es la certeza de que soy llevado en las manos de mi Padre.
Entonces ya no necesito probar nada; ya no necesito tener miedo a la soledad, a la muerte o a mis propias debilidades.
 
Jean Vanier, No temas amar, P 20

Los hiperactivos


A veces tengo la impresión de que los hiperactivos están huyendo de su necesidad de comunión y amor, de su vulnerabilidad y, quizás, de su angustia y agitación. Tienen miedo de su afectividad y de su sexualidad; necesitarían reflexionar un poco sobre sus profundas necesidades y volver a encontrar dentro de sí ese niño que llora de soledad. Hay un reposo del cuerpo, pero sobre todo hay un reposo del corazón, relaciones que dan seguridad, que no son peligrosas.

Jean Vanier, La Comunidad,  P 193

Una abuela

Siempre está bien tener en una comunidad una "abuela" que recuerde a las personas que tiene un  cuerpo y una afectividad, que a menudo se hacen montañas de pequeños problemas y que les convendría descansar un poco.
 
Jean Vanier

Saber decir “no”

Muchas personas están "quemadas" o "agotadas" porque lo desean. Niegan en alguna parte de su ser esa necesidad de descanso y de encontrar un ritmo de vida armonioso. En su hiperactividad huyen de algo, a veces por sentimientos profundos e inconscientes de culpabilidad o tal vez porque no quieren echar raíces en la comunidad y quedarse largo tiempo. Están a veces, demasiado vinculadas a su función, quieren controlarlo todo. Ésos aun no han aprendido a vivir, no son libres interiormente, no hay descubierto la sabiduría del instante presente que consiste, a menudo, en saber decir "no".
 
Jean Vanier, La Comunidad, P 192

Las preocupaciones del mundo

El gran peligro de una comunidad son "las preocupaciones del mundo y las seducciones de las riquezas". Necesita continuamente una palabra ardiente e "inspiradora" que le recuerde, haga renacer la esperanza y reavive el deseo de caminar a contracorriente de la sociedad.
Los responsables de las comunidades deben anunciar continuamente la visión y recordar a sus miembros la llamada de Dios. Desde la mañana a la noche, hay  que recordarlo con palabras de entusiasmo y amor. Porque si no, enseguida lo olvidaremos y adaptaremos la forma de hacer del mundo: buscaremos seguridades, nos alejaremos de las Bienaventuranzas y rechazaremos perdonar a los enemigos.
En muchos monasterios, el abad o abadesa comenta cada mañana un pasaje de la Regla, y muestra su aplicación en la vida cotidiana. Un monje me decía recientemente que ese comentario era esencial: "¿Cómo podríamos -me decía- permanecer unidos y amarnos sin eso?".


 

Jean Vanier, La Comunidad, p 191.

 

Palabras de vida

La Palabra de Dios, las palabras del evangelio, las palabras de Jesús son pan de vida que es necesario comer, comer y comer. Nos conducen a lo esencial.

Jean Vanier,  La Comunidad, P 190

Educar para liberar

 

El fin de la educación es la liberación: liberación de los instintos que te hacen esclavo y te impiden vivir en libertad y la realidad; liberación o crecimiento de los dones y de las cualidades de la persona para que ella pueda ejercitarlos plenamente. 
Todos somos como plantas; necesitamos tener suficiente espacio en la tierra para echar raíces. Y esas plantas necesitan agua, aire y sol. El niño necesita ser amado, pero también ser confirmado y apoyado. Necesita un medio de vida que le anime a crecer y a realizar los esfuerzos necesarios.

 Jean Vanier, Hombre y Mujer los creó, p 47

Evelyn y la silla de ruedas

Cuando en  1981 fui a vivir a la Forestiere, un hogar con diez personas con una deficiencia muy profunda, me extrañó la primera vez que vi a evelyn tirarse de su silla de ruedas. Evelyn está profundamente disminuida, no habla, no controla mucho su cuerpo. Sólo le funciona bien una de sus manos. Iba a ayudarle a colocarse en su silla pero Marcelle, una asistente, me detuvo. Se enfadó con Evelyn diciéndole que lo que había hecho era intolerable; le exigió que se volviera a su silla. Hubo una confrontación. Evelyn esperaba a ver qué pasaba. Después, sintiendo la insistencia de Marcella, avanzó hacia su silla e intentó subirse a ella. Hizo un esfuerzo enorme. Fue únicamente entonces cuando Marcelle intervino para ayudarle a sentarse. Para muchas personas con una deficiencia es mucho más fácil dejar a los demás que hagan todo en su lugar que esforzarse por ellas mismas.
Finalmente, es la propia persona, en su secreta libertad, la que debe decir "sí" al crecimiento y al esfuerzo que ello supone.

 

Jean Vanier, Hombre y Mujer los creó, p 47

Educar implica una lucha

Toda educación implica una lucha. El crecimiento de un niño o de un adolescente es exigente y requiere un esfuerzo. Para una madre es más sencillo lavar a su hijo que enseñarle a lavarse él mismo; la educación requiere mucho tiempo y paciencia, sobre todo cuando el niño no tiene confianza en sí mismo y tiene una deficiencia profunda. No es fácil estar constantemente estimulando a una persona con deficiencia para que se esfuerce. No es fácil encontrar armonía entre la escucha profunda del otro y las exigencias de la realidad; entre el dejar hacer, el mierdo a intervenir e imponerse.

 Jean Vanier, Hombre y Mujer los creó, p 46

Solo Dios sana desde adentro

Sólo Dios sana desde adentro


Yo creo que únicamente Dios puede sanar desde adentro un corazón humano, haciéndole descrubrir que es amado y, por tanto, que se le puede amar, que tiene un valor y que Él, Dios, le ama tal cual es, con sus mecanismos de defensa y con su pobreza, así como con sus dones. No hace falta que sea perfecto, pues es su hijo amado. Al amarle de esta forma, Dios le da la vida y la fuerza para crecer hacia un amor mayor y hacia una nueva unidad de su ser. 

 Jean, Vanier, Hombre y Mujer los creó, p 165

El secreto de amor

A medida que crezco en edad, quizás también en sabiduría, y que sigo escuchando a las personas rotas y enfermas y a las que crecen hacia la libertad, más me confirmo en mi fé en Jesús. Veo con claridad cada vez mayor que el gran sufrimiento humano es el aislamiento, el repliegue sobre uno mismo, la falta de amor (...).
¿Quién puede ayudar al ser humano a admitir su fragiliad, esa fragilidad oculta tras las barreras de sus miedos?
Ni la ciencia ni la tecnología pueden salvar a la humanidad. No tienen los medios para liberar los corazones y abrirlos al amor y al compartir. El psicoanálisis puede liberar de algunos bloqueos, pero no puede cambiar un corazón de piedra en un corazón que ame; no puede dar la vida, la esperanza y el gusto por el compartir. La guerra y la violencia no pueden conducir a la paz. Y la salvación no puede venir de la política o de un cambio de estructuras porque todo esto sigue siendo externo; es nuestro corazón humano y egoísta el que debe ser trasnformado desde el interior. Yo creo que solo Dios puede sanar desde adentro un corazón humano.

 

Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, P 163

La fragilidad afectiva

El drama de muchos jóvenes es su fragilidad afectiva. Sus corazones tienen una gran capacidad para amar. Son intuitivos, ven claramente los peligros y las hipocresías de nuestro mundo y de tantos movimientos políticos y organizaciones sociales. Quieren hacer de sus vidas algo que merezca la pena. Quieren comprometerse, pero ¿dónde? Se sienten vulnerables y frágiles ante las fuerzas que dirigen la sociedad y el mundo. Necesitan testigos que les estimulen y les ayuden a fortalecerse y comprometerse de forma permanente. 

                                                                                           
Jean Vanier,  Hombre y mujer los creo, P 154

Hablemos del hogar II

Yo diría que la necesidad más fundamental de nuestra sociedad no consiste en tener cada vez más profesores en las universidades, sino en tener hombres y mujeres que creen juntos comunidades de acogida para las personas desorientadas, solas y perdidas -y son legión-. Hoy es más necesario que nunca reencontrar el sentido de la casa como lugar de ternura y de acogida, en el que cada uno puede rehacerse y redescubrir los valores más íntimos de su ser: su corazón con su capacidad para recibir y dar. 

 

Jean Vanier  -Hombre y mujer los creo p 83

Hablemos del hogar

En nuestra época, desde que se habla de los valores de la casa, los hombres se sienten molestos y las mujeres montan en cólera como si se quisiera relegarlas a la cocina y a las cosas de la casa para que no tengan contacto con el exterior. Por lo tanto, hay que hablar de la casa, pues en esta época nuestra en que la familia se fragmenta hay muchos niños que viven un sentimiento de abandono, muchas personas que viven en el aislamiento y por este hecho, en la angustia. Están obligadas a endurecerse para defenderse y sobrevivir, y su corazón, lo más intimo de la persona, se siente ahogado, incluso, destrozado.

Jean Vanier  -Hombre y mujer los creo p 83

Ellos van al corazón

Las personas con discapaciad que hemos acogido en El Arca, muestran generalmente una gran sencillez en las relaciones: no se detienen ante la cultura de su entorno o las actitudes. Pueden acoger con alegría las visitas sin hacer distinciones entre los grandes de este mundo. No se detienen a mirar el puesto o el rango, sino que van al corazón. No llevan máscaras: la alegría o la ira se manifiesta en sus rostros. Viven el instante presente y no se refugian en la nostalgia del pasado o en los sueños del futuro. Por eso mismo, parecen tener gran capacidad de perdón, de superación de las heridas de un conflicto. Todas estas cualidades hacen de ellos hombres y mujeres de amistad, de acogida y de celebración. Indiferentes al éxito y a la competitividad, muchas de ellas irradian alegría.
Nos muestran el camino del amor.

Jean Vanier, Amar hasta el extremo P27

La tendencia a evitar la relación

Antes del Arca, yo tenía la tendencia a evitar la relación; era más austero, estaba centrado en los estudios y la oración. Tenía miedo de ser vulnerable. Me protegía. Necesitaba actuar, conocer, controlar, enseñar. Había aprendido a hacer el bien a los demás como un jefe, un superior, como alguien que tiene poder y que sabe lo que hay que hace para hacer felices a los demás  y llevarles por el buen camino. Abría mi corazón a Dios, pero tendía a mantenerlo cerrado a los demás. Tenía que aprender que no se puede abrir verdaderamente el corazón a Dios si no se abre a los demás. 

Yo he descubierto la comunión en el Arca.

 

Jean Vanier, Amar hasta el extremo P144

¿Cómo quiere que le imitemos?

En El Arca hacemos muchas peregrinaciones y viajes en grupos.
En la Pascua de 1981, tuvo lugar la segunda peregrinación de "Fe y Luz" a Lourdes. Éramos unos docemil peregrinos: cuatro mil jóvenes y amigos, cuatro mil personas con deficiencias y cuatro mil padres, en representación de trescientas cincuenta comunidades "Fe y Luz" por todo el mundo. Fue una explosión de alegría. El domingo de Pascua por la tarde hubo una gran celebración por la explanada de la basílica. Desde todas las esquinas de la ciudad se ponían en marcha las comunidades para su encuentro. Todo el mundo llevaba un poncho, todos de colores y formas diferentes. Era la gran celebración de los pequeños y los pobres. Algunos llegaban en silla de ruedas, otros andando mal y otros muy desfigurados, pero todos, o casi todos, sonrientes, gritando y estallando de alegría.
Un cámara de un equipo de televisión me preguntaba al día siguiente: "¿Cómo explica usted esto? Yo tengo un trabajo que me interesa y tengo dinero. Pero ellos tienen una alegría que yo no tengo". Le respondí citando esta frase de la Escritura: "La piedra rechazada por los arquitectos, es ahora la piedra angular".


Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, P 200

La pascua de 1981

En El Arca hacemos muchas peregrinaciones y viajes en grupos.
En la Pascua de 1981, tuvo lugar la segunda peregrinación de "Fe y Luz" a Lourdes. Éramos unos docemil peregrinos: cuatro mil jóvenes y amigos, cuatro mil personas con deficiencias y cuatro mil padres, en representación de trescientas cincuenta comunidades "Fe y Luz" por todo el mundo. Fue una explosión de alegría. El domingo de Pascua por la tarde hubo una gran celebración por la explanada de la basílica. Desde todas las esquinas de la ciudad se ponían en marcha las comunidades para su encuentro. Todo el mundo llevaba un poncho, todos de colores y formas diferentes. Era la gran celebración de los pequeños y los pobres. Algunos llegaban en silla de ruedas, otros andando mal y otros muy desfigurados, pero todos, o casi todos, sonrientes, gritando y estallando de alegría.
Un cámara de un equipo de televisión me preguntaba al día siguiente: "¿Cómo explica usted esto? Yo tengo un trabajo que me interesa y tengo dinero. Pero ellos tienen una alegría que yo no tengo". Le respondí citando esta frase de la Escritura: "La piedra rechazada por los arquitectos, es ahora la piedra angular".


Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, P 200

La inquietud del más allá

Todo ser humano aspira a prolongarse más allá de la muerte. Necesita saber que, después de muerto, no dejará simplemente más que una cama vacía en un hospital o en un asilo, sino que continuará viviendo en alguna parte y que su memoria, su vida y su espíritu se perpetuarán. Así, seguirá viviendo a través de aquellos a quienes habrá dado la vida y cuyos corazones habrá despertado, abriéndoles a un amor mayor, comunicándoles el misterio de Dios.

 

Descrubrir la fecundidad

Es vital para todo ser humano descubrir su fecundidad y vivirla. Por ahí es donde penetra en el corazón de Dios, en el corazón de la fecundidad divina que es el Espíritu Santo.


 Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, P 201

Fecundidad

Ser fecundo, dar fruto, es dar vida a otro ser humano. Es una relación de ser vivo a ser vivo. No se posee a aquel a quien se da la vida. Por el contrario, se le proporciona un espacio para vivir, se le da la libertad. Es maravilloso ser fecundo, pero es también un riesgo. No se puede hacer lo que uno quiera con su hijo. La situación puede llegar a ser dramática cuando los padres quieren programar y controlar toda la vida de su hijo. La fecundidad supone que se acepta entrar en la gran cadena de la vida que une a los seres humanos, en su historia. La vida es un descubrimiento continuo y nos hace descubrir, con un asombro siempre renovado, los secretos de Dios (...). El misterio de Dios se revela a través del amor. Una educación demasiado porgramada está fundamentada sobre el miedo; la fecundidad lo está sobre la confianza en la vida y en la fuente de la vida.
 

Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, P 200

El perdón en el matrimonio

El sacramento del matrimonio transforma los fundamentos de la unión entre el hombre y la mujer (...). Los fundamentos de esta unión están en el deseo del Padre de hacer participar al hombre y a la mujer, a pesar de sus heridas y de su pobreza psicológica y humana, en su vida trinitaria y en su amor que perdona. Entonces, la vida de la pareja se fundamenta en el perdón que repara todas las heridas hechas a la unidad. El camino hacia la unidad pasa por el perdón cotidiano. Y la fiesta, signo de que el perdón es total, tiene lugar en la ternura y en la unión amorosa. Esta unión de amor de cuerpos y espíritus expulsa todas las agresividades y bloqueos que queden y hace de ambos una sola carne, un solo corazón, una sola alma, un solo espíritu...La unión se hace eucaristía y acción de gracias por la unidad vuelta a encontrar.

Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, P 184

 

El perdón

El perdón es el gran don de Jesús a la humanidad. Jesús vino para perdonarnos y permitirnos vivir el perdón. El perdón es un amor efectivo para otro que está herido, que es vulnerable, temeroso y que ha roto la unión. El perdón es comprender que todos los bloqueos y todos los actos agresivos proceden, en gran parte, de sufrimientos interiores, angustias y miedos. El perdón es acoger al otro tal y como está, con todas sus rupturas, todo su pasado, todas sus debilidades y todo su pecado. El perdón es reconocer y dar sentido a la alianza con el otro

Dios está presente

Por eso, la unión del hombre y la mujer es un sacramento. Se proclama ante la Iglesia y es confirmada por ella. Es un signo sagrado instituido por Jesús. Es lugar de encuentro con Dios. En adelante, Dios está presente en esa unión y no deja de acudir en ayuda de los esposos. Les ayuda a aprovechar todos los elementos difíciles del matrimonio: en lugar de ocultarse, en lugar de huir por medio del trabajo o de otras actividades, en lugar, sobre todo, de volverse agresivo, es la ocasión de vivir una unidad más profunda por medio de la aceptación cotidiana del otro. Es la ocasión para vivir no sólo las alegrías profundas de esa unión, sino también el perdón.

 

Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, P 182

Una relación muy valiosa

La relación entre el hombre y la mujer es tan valiosa -para ellos dos, pero también para los hijos, para la sociedad y para Dios- que el propio Padre ha prometido acudir siempre en su ayuda para que puedan caminar hacia una unidad más profunda. Esta unión entre el hombre y la mujer es cosa sagrada. Es la primera de las uniones humanas, fuente de todas las demás uniones.
 

Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, P 182

El punto de bloqueo

Los principios de una relación profunda e íntima entre un hombre y una mujer a menudo están llenos de alegría e incluso e euforia. Caen las barreras levantadas alrededor de sus corazones. La persona vive una liberación de sus miedos, de sus angustias, de todo cuanto le impedía hablar y expresarse. Sin embargo, al cabo de cierto tiempo empiezan a aparecer nubes en la relación. Las tinieblas de uno se encuentran con las tinieblas del otro. 
Este proceso que va desde la euforia del encuentro a los bloqueos e incapacidades para el diálogo es muy doloroso. Al principio del noviazgo y del matrimonio, el hombre vuelve pronto del trabajo para ver a su mujer, es entusiasta y atento. Luego, poco a poco, se deja absorver cada vez más por el trabajo, vuelve más tarde, está cansado, lo absorve la televisión o empieza a beber. La mujer se entrega más a los niños, ella también trabaja, y poco a poco se levanta un muro entre ellos.
Esta evolución es lo que hace que muchas parejas se separen. Hombre y mujer vuelven a encontrarse solos, frustrados, depresivos...finalmente se van con otro, pero con un corazón herido, con miedos y dudas. (...)
El hombre y la mujer no se dan cuenta de que el punto de bloqueo es también el punto de sanación. Cuando lo negativo de uno llega a lo negativo del otro, si encuentran ayuda para cruzar ese túnel y nuevos recursos dentro de sus corazones, quizás podrán bajar a un nivel más profundo en sus relaciones, en su vida juntos y con sus hijos.

 

Jean Vanier,  Hombre y mujer los creó, P 181

La alianza en el matrimonio

Vivir una auténtica alianza en el matrimonio supone grandes dificultades. Es importante no ignorarlas. Muchos, en la euforia del matrimonio y de la boda, olvidan el lado doloroso de la alianza, su aspecto luctuoso. Efectivamente, al unirse a un hombre o a una mujer, se renuncia a otros. Al hechar raíces en una tierra, se renuncia a las demás tierras. Al darse a una persona, se pierde la libertad de darse a otras.
Este luto, esta pérdida de libertad, son necesarios para acoger una libertad nueva, la que se descubre en una alianza vivida en plenitud, la libertad del matrimonio, la libertad de la paternidad y la maternidad, la libertad de saberse amado y capaces de amar.

 

Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, P 179

 

Como un niño que abre sus brazos

Dios se hace carne; se hace pequeño para enseñarnos a amar y estar abiertos a quienes sufren y están en dificultad. Dios está aquí en nuestro mundo pero espera en silencio a que nosotros vayamos hacia Él.
El libro del Apocalipsis dice que el Señor toca a la puerta. Si alguien escucha y abre la puerta, Él entrará para comer a su mesa. En el contexto bíblico, comer con alguien significa volverse su amigo. Dios quiere que seamos sus amigos. Sin embargo, no existe ni el amor ni la amistad sin libertad. Si rechazamos a Dios, Él esperará a que abramos la puerta...
Dios es prisionero de nuestra libertad. El Dios de la compasión no puede ejercer su compasión en el mundo sin pasar por nuestra inteligencia, nuestra sabiduría, nuestras capacidades y nuestro corazón. No es un Dios de violencia sino uno que invita y que espera con amor para darse a cada ser.

 

Carta de Jean Vanier, Diciembre 2009

Navidad durante la guerra

¡Navidad es un momento muy dulce! Me hace pensar en el filme Joyeux Noël (Feliz Navidad) que muestra un evento que ocurrió durante la guerra de trincheras en 1915. El día de navidad, los soldados ingleses, por un lado, y los soldados alemanes, por el otro, empezaron a cantar villancicos. Poco a poco, en un gesto arriesgado, osaron salir de sus trincheras… sin balas, ¡sólo manos y pequeños regalos! En medio de una guerra que fue terrible, hubo gestos de fraternidad y de amor entre esos hombres; gestos que fueron más fuertes que el deseo de ganar una batalla y matar al otro. ¡Eso es la navidad! Abrazarse y no pelear. Isaías dijo que Dios enviaría una señal, un niño recién nacido. Se trata del niño que nos sonríe y nos cura.

 

Carta de Jean Vanier, Diciembre 2010

Los niños

La fragilidad del niño (sobre todo cuando es pequeño) atrae las miradas, la sonrisa, la ternura y la comunión; despierta la bondad. Tal vez sea el único período en la vida en la que la debilidad provoca una reacción positiva y amorosa, en la mayoría de las veces. Por supuesto, y es una pena, que hay niños maltratados. Su llanto y su angustia molestan pero, afortunadamente, son situaciones poco comunes.
Sin importar la cultura o la religión, los niños atraen. Entran a todos los rincones, a los recovecos más profundos del corazón humano para despertar lo más hermoso y lo más humano que tiene: el deseo de ser aceptado y amado con ternura. Ese niño, en prisión, se sentía seguro gracias al amor de su madre que lo portó nueve meses en su seno. Sólo cuando un niño se siente seguro por la relación con sus padres es que puede ser tomado en los brazos de un extraño.
Ese poder es mágico y sí, digo mágico porque parece unirnos a un nivel más allá de la voluntad o la razón. Es como un don otorgado, inesperado. Yo no puedo despertar ese corazón escondido en mí, con mi sola intención… ese corazón secreto es despertado desde afuera aunque sea lo más profundo que hay en mí, que soy "yo". 


Carta de Jean Vanier, Diciembre 2010

Bautismo en la prisión

Una amiga me relató algo que ocurrió hace algún tiempo en una prisión de máxima seguridad. El capellán y su esposa quisieron que su hijo fuera bautizado en la prisión. Después de la ceremonia, la madre permaneció con el pequeño en sus brazos y los presos estaban sentados a su alrededor. Uno de ellos, que estaba a su lado, le preguntó  si podía tomar al bebé en sus brazos; lo tomó con mucha ternura, lo vio a los ojos y le sonrió. El bebé respondió con una sonrisa y ¡el preso rompió en llanto!

Un bebé es tan pequeño, tan frágil; su cuerpo y todo su ser provoca ternura. Nadie tiene miedo de un pequeño niño. El niño tiene un poder "mágico"; su mirada, su sonrisa, sus ojos, su fragilidad, su confianza, su pureza y su inocencia parecen tener el poder de llegar a la profundidad de nuestro corazón adulto. Atraviesa los muros que hemos levantado alrededor de nuestros corazones para defendernos, protegernos y demostrar que somos autónomos, capaces y fuertes. El niño saca al niño escondido en nuestro interior.

 

Carta de Jean Vanier, Diciembre 2010

Antonio II

Antonio introduce no en un mundo de acción y de competitividad sino en un mundo de contemplación, de presencia y de ternura. Antonio no pide dinero, ni conocimientos, ni un poder o un puesto; pide esencialmente una comunicación, ternura. Quizá manifiesta el rostro de Dios, un Dios que no arregla todos nuestros problemas con la fuerza o con un poder extraordinario, sino un Dios que mendiga nuestros corazones, que llama a  la comunión.

 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 213

Antonio

El débil comunica una presencia. En mi comunidad hemos acogido a Antonio, que tiene veinticinco años; su cuerpo es pequeño y está herido, completamente retorcido. No puede ni andar, ni hablar, ni comer solo. Físicamente es débil y corre el peligro de no vivir mucho tiempo. Constantemente está con oxígeno. Pero, al mismo tiempo, Antonio es un rayo de sol. Cuando uno se acerca a él y le llama por su nombre, sus ojos brillan de confianza y su rostro estalla en una sonrisa. Es tan guapo. Su pequeñez, su confianza y su belleza atraen los corazones. Se tienen ganas de estar con él. El pobre molesta pero también despierta el corazón. 

 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 212

El Dios de la pequeñez

Descubriendo la belleza y la luz ocultas en el débil, el fuerte comienza a descubrir la belleza y la luz en su propia debilidad. Más aún, descubre la debilidad como el lugar privilegiado del amor y la comunión, el lugar privilegiado donde reside Dios. Descubre el Dios oculto en la pequeñez. 
 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 212

El fuerte y el débil

Nosotros estamos acostumbrados a que el débil necesita del fuerte. Está claro. Es evidente. Pero la unidad interior, la curación interior, se realiza cuando el fuerte descubre que necesita al débil. El débil despierta y revela su corazón; despierta las energías de ternura y de compasión, de bondad y de comunión. Despierta la fuente. 


Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 211

El pajarito herido

Un día miraba a un hombre con una deficiencia. En su mano tenía un pajarito herido. Había hecho de su mano un nido, no demasiado abierto para que el pájaro no cayera, pero no demasiado cerrado para no aplastarle. El nido es un lugar seguro donde el pájaro puede crecer para volar un día hacia la libertad. Los brazos de una madre son nido para el niño, no para retenerle sino para darle la seguridad para que un día pueda levantar vuelo. Así es la ternura.
 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 211

La ternura II

La ternura se revela en el tono de voz, en la forma de tocar. No es blandura sino una fuerza segura transmitida a través de los ojos y las manos. Es una actitud del cuerpo, siempre atento al cuerpo del otro. La ternura no se impone no es agresiva, es dulce y humilde. No es una orden. La ternura está llena de respeto. No es seductora. Es una escucha y un tacto que suscitan y despiertan las energías en el corazón y el cuerpo del otro. Transmite vida y libertad. Da ganas de vivir. La ternura es la madre que baña a su hijo mostrándole su belleza; es la enfermera que toca y cuida una herida haciendo el mínimo daño posible.
 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 211

La ternura

 

Ternura no significa sentimentalismo ni emotividad. Es dulzura y bondad que no dan miedo. Es delicadeza que manifiesta al otro que se le considera importante, poseedor de un valor.
 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 210

Estar con ellos

En El Arca y en las comunidades de Fe y Luz, no pretendemos  estar "para" las personas con deficiencia intelectual, sino estar "con" ellas. Intentamos crear vínculos, reír juntos, celebrar la vida juntos, ser felices juntos. Por supuesto es necesaria una buena pedagogía y una buena educación; se puede evidentemente enseñarles cosas, necesitan buenos cuidados. Pero les hacen falta, sobre todo, esos vínculos de comunión y de amistad en los que uno se vuelve vulnerable ante el otro. Entonces se produce la fiesta de los corazones. La persona empobrecida ya no es un pobre, es una persona. Descubre que puede dar y así da alegría y vida; percibe que el otro es feliz de reencontrarla. Tocamos aquí el misterio de la comunión.
 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 210

Profundamente humano

Cuando veo a un hombre fuerte que es eficaz y que es capaz, al volver a su casa, de ponerse en cuatro patas para jugar con sus hijos, de reír con ellos, haciéndose un niño con ellos, me digo que este padre es humano, profundamente humano. No mira a sus hijos desde lo alto de un pedestal de autoridad y de saber. Se deja llevar por su pequeñez.
 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 206

Cuando Pedro reza

En una de nuestras comunidades está Pierre ("Pedro" en francés), un joven con una deficiencia mental. Un día alguien le preguntó: "¿Te gusta rezar?". "Sí", respondió. "¿Qué haces cuando rezas?". "Escucho". "¿Qué es lo que  Dios te dice?". "Me dice: Tú eres mi hijo amado".
 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 206

El Dios oculto

Tengo la impresión de que este Dios oculto en cada cosa y sobre todo en el corazón de cada persona sufre las imágenes o ídolos que se han hecho de Él a través de los siglos, a través de una mala educación religiosa. En efecto, hemos falseado su imagen. Hemos fabricado un dios legislador, dispuesto a castigar, un dios duro que nos culpabiliza porque no seguimos la ley; hemos fabricado un dios que aprueba los ritos y las acciones externas pero que ignora el corazón humano. El verdadero Dios es el Dios de la vida, el que está oculto en lo más profundo del corazón del hombre, que no juzga, que no condena. No es sobre todo un Dios de la ley si no un Dios de la comunión. Es el Dios de los pobres y de los débiles manifestado en y por Jesús. Está ahí para amar, animar, confirmar, perdonar y liberar a cada persona. Está ahí como una fuente dispuesta a brotar. Es una persona, un padre, una madre llena de ternura, un predilecto que acoge y descansa.

 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 205

¿Qué es rezar?

 

Para algunas personas abandonarse a un poder superior es rezar. Pero rezar no es fundamentalmente decir oraciones. Es abrir la parte más intima de uno mismo a Dios. Es descubrir que en lo más profundo del cuerpo y del ser existe una fuente y que esta fuente es Dios. Dios es la fuerza que unifica todo el universo y que da un sentido a cada cosa. Dios es "el todo" que supera el tiempo. Pero Dios no es simplemente una fuerza, una energía o una luz. Dios es una persona con la que podemos comunicarnos y vivir la comunión, alguien que puede colmar nuestra sed de amar y ser amado. Dios es una persona discreta que se esconde en nuestro interior. Él espera que nos volvamos hacia Él, porque no quiere imponer o romper nuestra libertad Quiere que le oigamos murmurar: "Te amo. Eres bello, pero no lo sabes o lo has olvidado"

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 205

Detrás del deseo de alcohol

 

AA ha captado rápidamente que tras el deseo de acohol -deseo que para algunos se sitúa en el cuerpo y en la sangre- hay una necesidad enorme de huir de las propias angustias y malestares interiores, de sus sentimientos de culpabilidad. Se intenta olvidarlo todo en el alcohol. La liberación del alcohol implica entonces la capacidad de afrontar esas angustias, de mirarles de frente y de hablar de ello. (...) Escondida tras los escombros de la propia historia y de las incapacidades, todavía existe una vida dispuesta a aflorar. Hay que velar por esta vida, ocuparse de ese tesoro oculto. ¡Esa vida es tan frágil! Desde hace tiempo encerrada tras los barrotes de la prisión de su ser, necesita mucha delicadeza y ternura. Es como un recién nacido que hay que rodear de mucho amor. Corre el peligro de tener miedo; necesita ayuda para no hundirse de nuevo tras las barreras de sus tinieblas.


Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 205

El movimiento AA

 

Uno de los movimientos que más aprecio, pues he podido constatar los resultados, es el de Alcohólicos Anónimos (AA). Este movimiento y todos los demás movimientos ligados a él tienen por finalidad liberar a los hombres y mujeres de la influencia del alcohol. Para que esta liberación se produzca, hay que tener ante todo el deseo de salir de dicha influencia. Hay que formar parte inmediatamente de un grupo con el que se comparta verdaderamente sus luchas y todo lo que está roto en uno mismo; es necesario también someterse y abandonarse a un poder o a una energía superior que viene de Dios. Y finalmente hay que descubrir la propia capacidad de dar vida a los demas, apoyándoles en su lucha contra el alcohol.
 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 204

Atreverse a hablar

Atraverse a hablar

 

Uno encuentra su sanación interior al poder decir todo a esta otra persona, en quien tenemos confianza, al ser plenamente acogidos con todo lo que hay de herido y roto en nosotros mismos, con todo lo que, en el pasado, era fuente de culpabilidad. La palabra es liberadora. Atraverse a hablar poque sabemos que seremos escuchados y comprendidos es la forma más realista de hacer caer los muros que hay alrededor de nuestro corazón. Esos muros se basan en el miedo a ser rechazados, desvalorizados, juzgados o condenados. Hablar porque tenemos confianza hace que esos muros tiemblen. El niño oculto en nosotros se libera.
Para algunos, esta escucha tendrá lugar con un padrino, una tía, un amigo, un sacerdote, un psicólogo, un educador, un maestro, un guía espiritual. Se producirá entonces la revelación de su propio valor escondido tras lo que se pensaba que eran los escombros de su vida.

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 201

La maravilla de ser mirado

La maravilla de ser mirados

 

En mi caso este encuentro tuvo lugar con el padre Thomas cuando me acogió después de todos esos años que pasé en la marina. Tenía le impresión de que él sabía, que adivinaba todo lo que era bueno o malo en mí -mi secreto-, que me amaba y me aceptaba tal y como era. Fue una liberación para mí. Es maravilloso ser mirado, ser reconocido como una persona que tiene un destino y una misión.
Es maravilloso sentir que alguien tiene confianza en ti, que no somos juzgados, condenados o desvalorizados, sino amados: que no tenemos que demostrar nada; podemos dejar que las máscaras y los muros caigan.

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 201

Estamos en el mismo barco

 

Estamos en el mismo barco

 

Querámoslo o no, nosotros los hombres estamos en el mismo barco de la vida, todos somos parecidos, con nuestra belleza, nuestra sed de paz, de comunión; también con nuestras heridas y nuestros miedos. Todos formamos parte de la misma humanidad. Vale más que intentemos juntos crear un medio de vida y  no de muerte. 
 

Jean Vanier, Cada  persona es una historia sagrada, P 200