Un tiempo para cada cosa

Los acontecimientos modifican la manera de hacer las cosas, y, poco a poco, se va forjando una visión común. Un plan demasiado detallado intelectualmente antes de que la comunidad comience puede, de hecho, ahogar el Espíritu, lo mismo que el deseo de permanecer abiertos a todo puede impedir su crecimiento. Hay un tiempo para cada cosa: un tiempo para la concepción, el nacimiento y el crecimiento. Después un tiempo para "releer" lo que se ha recibido y reflexionar. Dios nos da su corazón para que nos dejemos inspirar por su amor y su Espíritu, pero también un espíritu para que podamos leer, comprender, discernir y precisar por escrito y en las estructuras lo que nos ha dicho y lo que nos ha dado a través de nuestras vidas y nuestra historia.
Jean Vanier , La Comunidad, P 122

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