La fe permite que se desarrolle la conciencia personal de un niño. Le permite ser él mismo, descubrir que no sólo sus padres lo aman y que, independientemente de lo que otros piensen sobre él o quieran para él, él es muy valioso. Le permite desarrollar su libertad interior. No tiene necesidad de vivir sólo en las opiniones de los demás y a través de ellas para probarse a sí mismo y autosatisfacerse. En poco tiempo, vive más cerca de la comunión.
Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada
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