Toda educación implica una lucha. El crecimiento de un niño o de un adolescente es exigente y requiere un esfuerzo. Para una madre es más sencillo lavar a su hijo que enseñarle a lavarse él mismo; la educación requiere mucho tiempo y paciencia, sobre todo cuando el niño no tiene confianza en sí mismo y tiene una deficiencia profunda. No es fácil estar constantemente estimulando a una persona con deficiencia para que se esfuerce. No es fácil encontrar armonía entre la escucha profunda del otro y las exigencias de la realidad; entre el dejar hacer, el mierdo a intervenir e imponerse.
Jean Vanier, Hombre y Mujer los creó, p 46
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