La fragilidad del niño (sobre todo cuando es pequeño) atrae las miradas, la sonrisa, la ternura y la comunión; despierta la bondad. Tal vez sea el único período en la vida en la que la debilidad provoca una reacción positiva y amorosa, en la mayoría de las veces. Por supuesto, y es una pena, que hay niños maltratados. Su llanto y su angustia molestan pero, afortunadamente, son situaciones poco comunes.
Sin importar la cultura o la religión, los niños atraen. Entran a todos los rincones, a los recovecos más profundos del corazón humano para despertar lo más hermoso y lo más humano que tiene: el deseo de ser aceptado y amado con ternura. Ese niño, en prisión, se sentía seguro gracias al amor de su madre que lo portó nueve meses en su seno. Sólo cuando un niño se siente seguro por la relación con sus padres es que puede ser tomado en los brazos de un extraño.
Ese poder es mágico y sí, digo mágico porque parece unirnos a un nivel más allá de la voluntad o la razón. Es como un don otorgado, inesperado. Yo no puedo despertar ese corazón escondido en mí, con mi sola intención… ese corazón secreto es despertado desde afuera aunque sea lo más profundo que hay en mí, que soy "yo".
Los niños
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