En El Arca y en las comunidades de Fe y Luz, no pretendemos estar "para" las personas con deficiencia intelectual, sino estar "con" ellas. Intentamos crear vínculos, reír juntos, celebrar la vida juntos, ser felices juntos. Por supuesto es necesaria una buena pedagogía y una buena educación; se puede evidentemente enseñarles cosas, necesitan buenos cuidados. Pero les hacen falta, sobre todo, esos vínculos de comunión y de amistad en los que uno se vuelve vulnerable ante el otro. Entonces se produce la fiesta de los corazones. La persona empobrecida ya no es un pobre, es una persona. Descubre que puede dar y así da alegría y vida; percibe que el otro es feliz de reencontrarla. Tocamos aquí el misterio de la comunión.
Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada, P 210
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