Un día miraba a un hombre con una deficiencia. En su mano tenía un pajarito herido. Había hecho de su mano un nido, no demasiado abierto para que el pájaro no cayera, pero no demasiado cerrado para no aplastarle. El nido es un lugar seguro donde el pájaro puede crecer para volar un día hacia la libertad. Los brazos de una madre son nido para el niño, no para retenerle sino para darle la seguridad para que un día pueda levantar vuelo. Así es la ternura.
El pajarito herido
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