Para algunas personas abandonarse a un poder superior es rezar. Pero rezar no es fundamentalmente decir oraciones. Es abrir la parte más intima de uno mismo a Dios. Es descubrir que en lo más profundo del cuerpo y del ser existe una fuente y que esta fuente es Dios. Dios es la fuerza que unifica todo el universo y que da un sentido a cada cosa. Dios es "el todo" que supera el tiempo. Pero Dios no es simplemente una fuerza, una energía o una luz. Dios es una persona con la que podemos comunicarnos y vivir la comunión, alguien que puede colmar nuestra sed de amar y ser amado. Dios es una persona discreta que se esconde en nuestro interior. Él espera que nos volvamos hacia Él, porque no quiere imponer o romper nuestra libertad Quiere que le oigamos murmurar: "Te amo. Eres bello, pero no lo sabes o lo has olvidado"
Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada, P 205
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