Vivir una auténtica alianza en el matrimonio supone grandes dificultades. Es importante no ignorarlas. Muchos, en la euforia del matrimonio y de la boda, olvidan el lado doloroso de la alianza, su aspecto luctuoso. Efectivamente, al unirse a un hombre o a una mujer, se renuncia a otros. Al hechar raíces en una tierra, se renuncia a las demás tierras. Al darse a una persona, se pierde la libertad de darse a otras.
Este luto, esta pérdida de libertad, son necesarios para acoger una libertad nueva, la que se descubre en una alianza vivida en plenitud, la libertad del matrimonio, la libertad de la paternidad y la maternidad, la libertad de saberse amado y capaces de amar.
Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, P 179
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