Éric: el amor reparador.

Acogimos a Éric en El Arca hace unos años. Entonces él tenía dieciséis. Le dejaron en el hospital con cuatro años, ciego y sordo, con el cerebro muy dañado y el corazón terriblemente herido por haber sido abandonado por su familia. En el hospital conoció médicos y enfermeras profundamente humanos. Pero ninguno de ellos podía responder a los gritos de su herida. No estaban allí para entablar una relación duradera y amorosa. El hospital no está concebido para ser un lugar de vida; es un lugar de cuidados.
 Cuando un niño se siente amado y seguro, su cuerpo se distiende. Cuando se siente solo, se pone rígido y se tensa para no experimentar demasiado la angustia, para protegerse contra un entorno que percibe como agresivo. Esta rigidez del corazón en Éric se había convertido en una rigidez de todo el cuerpo. Sus músculos estaban duros, como de madera. Cuando vino con nosotros no podía andar. 
¿Cómo podía Éric encontrar el deseo de vivir? Sólo podria conseguirse si él descubría que era amado por otro, y que existían lazos reales y estables entre ellos. 

Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, p 32



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