La vida comunitaria en El Arca con personas débiles se concreta en realidades materiales muy sencillas. Preparar una buena comida, pasar el tiempo en torno a la mesa, fregar los platos, ocuparse de la ropa, arreglar las cosas, animar las reuniones, limpiar la casa para que esté bonita y acogedora. Miles de cosas pequeñas que llevan su tiempo. Pero es también ocuparse del cuerpo de las personas débiles, bañarles, cortarles las uñas, ayudarles a comprarse la ropa y a administrar su dinero. Ya sea en el taller o en el jardín, se trata de hacer cosas sencillas con los medios que se tiene.
Esas pequeñas cosas son percibidas muchas veces como insignificantes, sin valor. Pero esos pequeños gestos pueden ser gestos de amor que posibilitan la comunión de los corazones. La vida comunitaria se convierte así en escuela de amor.
Jean Vanier, Amar hasta el extremo, P 51
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