Un día, un hombre triste, muy normal, vino a verme. Estaba en mi despacho contándome sus sinsabores y sus dificultades. Alguien llama a la puerta y antes de que pudiera responder, entra Jean Claude (Juan Claudio en francés). Algunos dicen que él tiene síndrome de Down, aunque para nosotros es sencillamente Jean Claude. Él es un hombre tranquilo, feliz, alegre. Toma mi mano y me dice buenos días. Después toma la mano de "Don Normal" y le dice buenos días, y sale riéndose. "Don Normal" se vuelve a mí y me dice "Qué pena que hayan chicos como éste".
En realidad, lo triste era que "Don Normal" estaba ciego. Ciego por sus prejuicios y su tristeza, incapaz de ver la belleza, la risa y la alegría de Jean Claude.
Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada, p. 18
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