Hay un santo, creo que es San Luis de Gonzaga, que todos los días preparaba unas historias graciosas para hacer reir a sus hermanos en el recreo. Como no estaba muy dotado por naturaleza para este tipo de cosas tal vez por gusto hubiera preferido permanecer en la sombra, pero por amor a sus hermanos buscaba alegrarles en su tiempo libre. No hay que dejar las cosas siempre a la espontaneidad, porque la esponteneidad a menudo es una cuestión de sensibilidad o de emoción del momento.
Jean Vanier, La Comunidad p 351
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