El responsable tiene el peligro de levantar barreras ante él y ante aquellos sobre los que es responsable. Da la impresión de estar siempre ocupado. Impresiona por lo grande que es su coche o su despacho. Hace sentir que él es superior o el más importante. Este tipo de jefe tiene miedo y da miedo. Está inseguro y por eso mismo guarda distancias. El verdadero responsable está disponible. Va a pie, da a su gente múltiples ocasiones de abordarle y de hablarle como a un hermano o una hermana. No se oculta y por lo mismo permanece vulnerable a toda respuesta o crítica abierta. Un buen responsable debe siempre permanecer cerca de quienes es responsable y facilitar encuentros verdaderos y sencillos. Si se mantiene alejando no podrá conocer ni a su pueblo ni a sus necesidades.
Jean Vanier, La comunidad, P 246.
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