Hoy nos cuesta aceptar ciertas palabras evangélicas como "el pobre", "el débil". Normalmente se ve al pobre como el pobre económicamente. Pero un hombre sin trabajo, una madre que acaba de perder a un hijo, también son pobres. El pobre es el que sufre necesidad, el que reconoce esa necesidad y pide ayuda. La debilidad normalmente, es vista como un defecto. Pero ¿no somos todos débiles y estamos necesitados de alguna manera?
Todos somos vulnerables, todos tenemos nuestros límites y nuestras deficiencias. El débil necesita al fuerte, pero lo que hemos descubierto en el Arca, es que el fuerte también necesita al débil...
Jean Vanier, Amar hasta el extremo, p 12
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