De: Pensamiento diario de Jean Vanier [mailto:comunicacion@arcalatina.org]
Enviado el: jueves,
Para: mariamullen@gmail.com
Asunto:
Mi comunidad había acogido a Éric, un joven ciego, sordo, no hablaba y era incapaz de andar o de comer solo. Llegaba de un hospital en el que había sufrido la ausencia de su madre, que la amaba mucho pero que no podía ocuparse de él: había sufrido el ser tocado por muchas manos sin un compromiso afectivo real. Había desarrollado una imagen herida de sí mismo. Nuestro papel en el Arca consistía en revelarle que era digno de ser amado, que éramos felices de que existiera tal como era.
Le llevábamos a veces a la capilla para la celebración eucarística; los que estaban a su lado percibían la gran paz que se reflejaba entonces en su rostro. ¿Cómo podía saber que estaba en la capilla sino porque Dios se manifestaba a el a través de una paz interior? El misterio de la encarnación es que Dios viene a nosotros, se nos da, porque nos ama, porque se revela a nuestro corazón a través de su Espíritu Santo. Personas como Éric frecuentemente están más abiertas a la presencia, a la comunión de los corazones; acoge a Dios a través de la paz, sin poder nombrarle.
Jean Vanier, Amar hasta el extremo, P 33
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