Cuando el hombre ejerce la autoridad, piensa más que nada en estructuras, programa la obra que hay que realizar; la mujer piensa más en las personas. El hombre es más cerebral, la mujer más intuitiva, más fina, más delicada, más cercana a los detalles. Esas diferencias que yo he experimentado miles de veces, no son absolutas, evidentemente.
A menudo el hombre intenta dominar a la mujer con su fuerza; se niega a admitir la calidad de su inteligencia, no la escucha. Pero si el hombre dedica su tiempo a recibir y a escuchar a la mujer, descubre la belleza y la verdad de la complementariedad y de la cooperación; la alegría de formar parte de un cuerpo juntos.
Recuero una pareja del Arca que me impresionó mucho por su unidad, por la ternura y la escucha mutuas después de veinticinco años de matrimonio. Les hablé de la importancia de su unidad para El Arca. "Esto no siempre ha sido así" me dijo el marido sonriendo. "He tenido que trabajar mucho para construir nuestra unidad".
Jean Vanier, Cada persona es una historia Sagrada, 184
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por compartir tu comentario