La felicidad no viene del exterior, de las cosas que poseemos o del poder de nuestro grupo, sino del interior, de ese lugar sagrado en nosotros. ¡Nos resulta tan fácil ilusionarnos pensando o bien que somos el centro del universo, o bien que no valemos nada!
La felicidad consiste en aceptar y elegir la vida, no en padecerla a desgano. La felicidad viene cuando nosotros elegimos ser lo que somos, ser nosotros mismos aquí y ahora; cuando elegimos la vida tal cual es, con sus alegrías, sus sufrimientos y sus conflictos. La felicidad consiste en vivir y buscar la verdad, con otros, en comunidad, en ser responsable de nuestra vida y la de los otros. Consiste en aceptar el hecho de que somos limitados, capaces sin embargo de entrar en una relación personal con lo Infinito, descubriendo así la verdad universal que trasciende toda cultura: que cada persona es única y sagrada.
Jean Vanier, Busca la Paz, p 33
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