Cuando en 1940 los tanques alemanes invadieron la casa familiar en el sur de Francia donde vivía Maiti Girtanner, una joven francesa, ella se aterró y decidió unirse a la Resistencia. Tiempo más tarde, fue arrestada y torturada por un medico alemán cuya especialidad era la tortura aplicada sobre el sistema nerviosos central. Fue la única sobreviviente de un grupo de veinte personas, pero desde entonces su vida se vio marcada por un sufrimiento horrible y constante. En 1984, unos cuarenta años más tarde, recibió en su pequeño departamento de Paris un llamado telefónico, y reconoció instantáneamente la voz del médico alemán. Se encontraron y hablaron. Ella pudo perdonarlo. A él, entretanto, lo habían nombrado alcalde de un pueblo austriaco. A su regreso de visitar a Maiti, el médico reunió a su familia y los habitantes del pueblo y les contó todo a cerca de su vida. Murió de cáncer dos semanas después.
Sólo una vez aceptado lo que somos y lo que necesitamos para crecer en la compasión y la búsqueda de la paz, podremos avanzar en la vida. El perdón es un don de Dios que nos permite soltar las heridas del pasado. No creo que el perdón surja espontáneamente, pero el perdón puede sernos dado como un don.
Sólo una vez aceptado lo que somos y lo que necesitamos para crecer en la compasión y la búsqueda de la paz, podremos avanzar en la vida. El perdón es un don de Dios que nos permite soltar las heridas del pasado. No creo que el perdón surja espontáneamente, pero el perdón puede sernos dado como un don.
Jean Vanier, Busca la paz, P 29
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