Un niño crece con mayor paz y verdad si puede tener muy pronto la experiencia de una llamada de Dios en Jesús, y estrechar lazos con Él. Esto es todavía más cierto en el caso de un niño o de un adulto que ha sido rechazado como consecuencia de una discapacidad mental. Si puede llegar a descubrir, a través del amor de los intermediarios, que es realmente hijo de un Dios Padre, con mayor rapidez podrá dejar caer las barreras que construyó en torno a su corazón vulnerable y encontrar cierta unidad en su ser.
La religión de Jesús es una Buena Nueva de verdad. No consiste, en principio, en una serie de leyes que hay que obedecer más o menos penosamente. Es la experiencia de una llamada amorosa de Jesús, un encuentro con él en la fe y en la ternura. Este encuentro, que abre al niño al universo y al Padre, le revela su valor a los ojos de Dios. La imagen negativa que tiene de sí mismo se transforma. Al descubrir que es hijo del Padre, toma confianza en sí mismo; su corazón se sitúa en el camino de la sanación. Esta experiencia le da una esperanza. La llamada de Dios actúa en él como una semilla.
Jean Vanier, Hombre y mujer los creó. p 38
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