Pastores unos de otros

De una manera o de otra, cada uno de nosotros es un pastor. Los padres son pastores para los hijos; un profesor lo es para sus alumnos; un sacerdote para sus feligreses. Un amigo puede ser, con frecuencia, un pastor para su amigo, pues ambos se ayudan mutuamente. A todos se nos llama a ser pastores, pues todos somos responsables unos de otros.
(...) Es importante para nosotros ahondar en lo que significa "ser pastor"; entender el compromiso que implica serlo; descubrir la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros, cualesquiera que fueren nuestra edad o nuestra función. A todos se nos llama a la felicidad y al compromiso, aunque sólo sea un compromiso entre amigos. El amigo nota si su amigo se ha comprometido.
Es importante considerar de qué manera es Jesús pastor, para descubrir cómo debemos serlo nosotros. Una de las causas de que reine tanta confusión en el mundo es precisamente la excesiva falta de buenos pastores, profundamente comprometidos con las personas.
 
Jean Vanier, "No temas amar" P 55

La comida, la primera celebración

El primer acto de comunión que cada uno ha vivido es el de beber en el seno de su madre, la cual se regocijaba en su cuerpo y en su corazón. Alimentarse juntos es signo de comunión y de amistad. La comida es la primera de las celebraciones. 
   - Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada p 191

Mecanismos de defensa

A menudo noto enojo y una cierta defensiva brotar en mi cuando estoy en una discusión con alguien que tiene visiones intelectuales, políticas, sociales, filosóficas o religiosas distintas a la mía, especialmente si no hay comunión o amistad que nos una. Puedo sentir como cambia el tono de mi voz. Ya no es más un tono de bienvenida, franqueza, escucha y ternura, sino un tono más bajo, más agresivo. ¿De dónde vienen estos mecanismos de defensa? ¿Brotan de un miedo a que sea demostrado que estoy equivocado, a estar cometiendo un error, a ser criticado? ¿Miedo a que la otra persona esté tocando prejuicios irracionales en mí? ¿Miedo a que piensen que estoy encerrado en una ideología que sirve a mi propósito?
- Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada p.68

Sentirse amado por Dios

Recuerdo que cierto día recibí una carta de una joven que tenía la sensación de no haber sido amada nunca. Me decía que, de niña, siempre tuvo la impresión de haber sido concebida por equivocación, de no haber sido nunca deseada. Sus padres sólo hablaban de su hermano o de su hermana, pero nunca de ella, como si no existiera; tenía la sensación de haberles molestado siempre y de no ser bienvenida en ninguna parte; por eso sentía una herida permanente. Me escribía: “Cuando iba al colegio, todo el mundo, menos yo, tenia amigos. Y me daba la impresión de que ningún hombre podía amarme”. Luego proseguía: “Un día, cuando iba por un bosque, me senté junto a un árbol, y de repente me embargo la certeza de ser amada por Dios”. Algo brotó en ella, descubrió que era importante, preciosa a los ojos de Dios. Es una experiencia muy fuerte, y tanto más cuanto que se trataba de una persona que tenía la impresión de no haber sido amada nunca. Era un conocimiento de Dios nuevo e inmediato, que, a la vez, lo cambiaba todo y no cambiaba nada. Es importante comprender que esta experiencia del amor de Dios, lo cambia todo y, a la vez, no cambia nada.

 - Jean Vanier, La fuente de las lágrimas, 

¿Fallos de la naturaleza?


Nuestra sociedad considera que las personas con una deficiencia mental con como "fallos" de la naturaleza, los considera "infrahumanos". El nacimiento de un niño con una deficiencia es un drama para la familia.
En El Arca hemos descubierto el corazón, la capacidad de amor de esas personas que nos muestran nuestra humanidad. Vivir con ellas a veces es difícil, pero esta vida en comunidad nos transforma y nos ayuda a descubrir lo esencial. Venimos para ayudar a los más débiles, pero descubrimos que son ellos los que nos ayudan. 

Jean Vanier  - Amar hasta el extremo, P 8.

La ternura en el tacto

Como consecuencia de la ceguera y la sordera de Éric, nuestra relación sólo podía realizarse a través del tacto, un tacto lleno de ternura y delicadeza, un tacto que le afirmara, que le revelara que era amado y apoyado, que estaba seguro. Había que pasar mucho tiempo con el cuerpo de Éric; había que bañarlo, ayudarle a comer, tomarlo por las rodillas, pasearlo y jugar con él. Y quizás, poco a poco, iría tomando confianza, descubriría que era digno de ser amado y capaz de hacer progresos, que tenía un valor. Desde hace cinco años que está en El Arca. Éric se ha vuelto más tranquilo. Igual, sigue perturbado; en su interior hay todavía muchas puertas cerradas.
                                                                Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, p 32.

La humillación


La humillación es algo bueno. Nos pone en contacto con nuestro verdadero yo, nuestra pobreza. Y solamente la verdad nos puede hacer libres. Es sólo cuando aceptamos reconocer y mirar el mundo de sombras dentro de nosotros cuando podemos empezar a viajar hacia la libertad. Después, tal vez, descubrimos que el enemigo no es el otro, el extraño, sino nuestros propios demonios internos. El enemigo está dentro de nosotros. El problema no es con la otra persona; está en cada uno de nosotros. 
- Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada pp.78

La soltería vivida en comunidad

A pesar de todas las riquezas humanas que se pueden encontrar en una verdadera vida comunitaria, ésta nunca puede llenar totalmente un corazón humano. Siempre habrá sufrimiento procedente de la falta de una intimidad más completa con alguien y de la renuncia a la paternidad o a la maternidad. Incluso cuando se tiene una amistad privilegiada, el hecho de la renuncia a intimidades más totales constituye una insuficiencia. Se renuncia porque se tiene conciencia de no poder vivir hasta el final, y de verdad, las exigencias que implica el darse uno al otro. Se renuncia para ser fieles a los deseos de Dios.
 - Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, p 148

Mi experiencia de celibato

Mi experiencia personal me demuestra claramente mi necesidad de la comunidad, y mi necesidad de la oración para vivir el celibato. Cuando estoy en mi comunidad, con aquellos y aquellas a quienes amo, y que se que me aman, estoy completamente en paz. Hay unidad en mi interior. Puedo amar con el corazón, sin temor al desconcierto ni a la división. Durante los encuentros personales hay a veces una gran paz y un silencio que son signos de la presencia de Dios. En esos momentos me siento vulnerable pero, al mismo tiempo, siento fuerza y unidad en mí.
Cuando por el contrario estoy de viaje, solo y lejos de la comunidad, si no he podido permanecer en oración, unido con mi propio centro y en presencia de Jesús, vivo entonces una experiencia de gran vulnerabilidad y fragilidad. Tengo la impresión de que podría ser presa de cualquier viento o quedar atrapado por la primera seducción. Tengo, a veces, la impresión de que no tengo ni fuerza, ni voluntad ni virtud que me protejan.  En tales momentos, trato de entregarme a Dios. Rezo para que me proteja y me guarde de todo mal. Pero vivo una experiencia de gran pobreza.
Jean Vanier, Hombre y mujer los creo P  158

La maravilla de cada día

Una comunidad sólo se crea cuando sus miembros aceptan que no van a lograr grandes cosas, que no van a ser héroes, sino simplemente vivir cada día con nuevas esperanzas, como los niños, con asombro cuando sale el sol y en acción de gracias cuando se pone. La Comunidad sólo se crea cuando se ha reconocido que la grandeza del hombre es aceptar su insignificancia, su condición humana y su tierra, y dar gracias a Dios por haber puesto en un cuerpo finito las semillas de la eternidad que son visibles en gestos pequeños y cotidianos del amor y del perdón. La belleza del hombre está en esta fidelidad a la maravilla de cada día. "
  
 - Jean Vanier, La Comunidad

Las expectativas y la realidad


Los padres esperan mucho de sus hijos. Los esposos esperan mucho el uno del otro. En El Arca el encargado de la casa espera mucho de un nuevo asistente. Si nos creamos una imagen de alguien, y si él no alcanza esa imagen, nos sentimos engañados y tendemos a rechazarlo. ¿No es lo que pasa cuando una madre da a luz un pequeño bebé con discapacidad? No es el bebé que ella soñó, entonces ella tiene dificultades en aceptarlo. La comunión está enraizada en la realidad, no en sueños o ilusiones. No podemos entrar en comunión con alguien a menos que lo aceptemos como realmente es. 
- Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada p.79

Sentirse amado por Dios II

Somos fruto de nuestra historia, la suma de todo lo que hemos vivido desde nuestra concepción; cada acontecimiento, feliz o desdichado, se ha inscrito en nuestra carne, y aunque nuestra memoria no lo recuerde, nuestro cuerpo sí se acuerda de todo. Él lleva la huella de cada herida, de cada rechazo, de cada gesto o palabra que ha podido darnos la sensación de no ser amados y, por lo tanto, de ser culpables. Es extraño lo profundamente enterrado en nosotros que está ese sentimiento de culpabilidad.

La primera vez que un niño pequeño se siente rechazado, simplemente porque no se le escucha, porque su madre está cansada u ocupada con otro de sus hijos, el niño no comprende, se siente herido, y de la herida nace el sentimiento de que, si no es amado, es porque no es amable, y de que, si es rechazado, es porque es culpable, sin saber bien de qué. Ese sentimiento de culpabilidad le corroe en su interior, mina su confianza, le hace dudar de sí mismo y de los demás, y condiciona muchos de sus actos sin que él se dé cuenta. (...)
Así la experiencia del amor de Dios que un día tenemos, como la tuvo esa joven, no cambia nuestra historia ni lo que nos ha modelado, pero nos cambia a nosotros, porque nos revela que Dios nos ama, tal como somos, no tal como habríamos querido ser, no tal como la sociedad o nuestros padres habrían deseado que fuéramos, sino tal como somos hoy, con nuestras debilidades, nuestras heridas, nuestros temores, nuestras cualidades y nuestros defectos. Tal como somos hoy, somos amados por Dios. 
  
 - Jean Vanier, La fuente de las lágrimas, 

Lo necio y lo débil del mundo

La vida en El Arca me ha puesto de manifiesto que muchas personas pobres en inteligencia tienen un corazón humilde y amoroso, abierto al mensaje de Jesús, mientras que otras, dotadas de inteligencia y de sabiduría, son intolerantes, están llenas de sí mismas y de prejuicios con respecto a las personas "diferentes".
Esto afirma San Pablo en virtud seguramente de su propia experiencia en la creación de comunidades: Dios ha escogido más bien lo necio del mundo, para confundir a los sabios. Y ha escogido lo débil del mundo, para confundir lo fuerte (1 Cor 1,27).  
           
                                    Jean Vanier, Amar hasta el extremo, P 85

Nuestra capacidad de odiar


Cuando descubrimos nuestra capacidad para odiar y lastimar, es humillante. No somos parte de una elite, de hecho, ¡estamos muy lejos de serlo! La gente que nos alaba por trabajar al lado de gente con discapacidades intelectuales, nos sumerge en una mayor confusión porque no sólo somos capaces de la violencia, sino también podemos ser hipócritas escondiéndonos detrás de máscaras. 
Jean Vanier, Cada perrsona es una historia sagrada p 78

Alegrar a los demás

Hay un santo, creo que es San Luis de Gonzaga, que todos los días preparaba unas historias graciosas para hacer reir a sus hermanos en el recreo. Como no estaba muy dotado por naturaleza para este tipo de cosas tal vez por gusto hubiera preferido permanecer en la sombra, pero por amor a sus hermanos buscaba alegrarles en su tiempo libre. No hay que dejar las cosas siempre a la espontaneidad, porque la esponteneidad a menudo es una cuestión de sensibilidad o de emoción del momento.
Jean Vanier, La Comunidad p 351

Respetar la depresión

Un verdadero amigo, un buen consejero, sabe respetar la depresión. Se trata de un fenómeno natural que tiene su ritmo particular. No debemos tratar de hacer que una persona salga demasiado rápido de ella. Las personas que sufren de depresión necesitan sentirse amadas tal como son y no sólo a condición de que se recuperen. Se necesita tiempo para volver a levantarse. 

Jean Vanier, Más allá de la depresión, p 127

Lucien

Por treinta años Lucien, quien estaba paralizado, inconsciente, no podía caminar o hablar, estaba bajo el cuidado de su madre. Su padre había muerto cuando él era joven. Un día su madre fue enviada al hospital. Pensando que estaba abandonado, Lucien aullaba con angustia. Y Lucien vino a vivir con nosotros. Algunas veces él solía aullar como si nunca fuera a parar. Sus llantos eran muy agudos; me traspasaban como una espada. Yo no podía soportarlos. Me hubiese gustado haber matado a Lucien, haberlo lanzado por la ventana. Me hubiese gustado haber escapado pero yo no podía porque yo tenía responsabilidades en la casa. Yo estaba lleno de vergüenza y culpa y confusión.
Para mí, Lucien era un enemigo. Sus llantos de angustia revelaban mi propia angustia; angustia que parecía llenar mi cuerpo y hacer que mi corazón palpitara hasta hacer difícil la respiración. Yo nunca le pegué al pobre, débil, Lucien, porque yo no estaba sólo. Yo estaba en un ambiente que me protegía, un ambiente que requería que observase ciertas reglas. De otro modo, me hubiera sentido desgraciado, juzgado, avergonzado de mí mismo. No estoy diciendo que, si hubiese estado sólo, le hubiese pegado a Lucien, pero es claro que la comunidad con todas sus reglas y mi necesidad de respeto ayudó a que contenga mi violencia. Pero esta dolorosa experiencia con Lucien me ayudó a sentirme solidario con muchos hombres y mujeres en prisión. Cuando su violencia interior era despertada por otra persona, ellos no estaban protegidos por un ambiente que sostenía reglas humanas. Entonces su violencia los llevó a hacer daño o matar. Ellos eran después condenados y humillados. Yo estuve protegido. Pero fundamentalmente no hay diferencia entre nosotros.
- Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada pp.75/78

"Debería abortar"

Hace algún tiempo, me encontraba dando un retiro en un Hogar de Caridad. Vino a verme una pareja: ella estaba embarazada. Doce médicos les habían confirmado sucesivamente que había una elevada probabilidad de que el cerebro del niño que esperaban estuviera profundamente dañado. Los doce médicos les habían aconsejado el aborto. Algunos incluso les habían dicho que tenían el deber de abortar para no traer al mundo un ser que sufriría durante toda su vida y que haría sufrir a sus futuros hermanos y hermanas. Me pidieron mi opinión. Yo les dije que no podía aceptar la idea de matar a un niño, ni siquiera enfermo. Les prometí -de una forma un tanto vaga- que les ayudaría en el caso de que el niño naciera con una deficiencia. El sacerdote de ese Hogar de Caridad fue todavía más lejos que yo. Les dijo: "Si el niño es deficiente y no podéis quedaros con él, yo le acogeré en mi comunidad y me ocuparé de él". Con esta seguridad la madre decidió no abortar. Algunos meses más tarde dio a luz a dos gemelos en perfecto estado de salud.

Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, p 218

La plaga del autoservicio

El autoservicio es el peor de los inventos. Allí vamos, todos con nuestra propia bandeja, nuestra propia botella de vino, nuestros propios sobres de azúcar, sal y pimienta. Es terrible asumir que todo el mundo va a comer y beber la cantidad estándar, y lo hará solo, sin tratar con nadie. ¿Cuánto más humano es tener una botella grande y bonita de la que todos puedan beber lo que deseen, y una fuente amplia y bella para que todos puedan asegurarse de que el otro tiene lo que necesita? Así, las comidas dejan de ser un negocio solitario y egoísta, para volverse un momento en que cada uno puede compartir y amar.
                                    Jean Vanier, La Comunidad

Invitados a la boda

Siempre me han impresionado las palabras que dice el rey a sus servidores cuando les manda buscar a los pobres y a los lisiados: " ¡ A todos los que encontréis, invitadlos a la boda!". Invitan a toda la humanidad a la fiesta. No estamos hechos para estar tristes, para trabajar todo el tiempo, para obedecer seriamente la ley o para luchar. Estamos invitados a la boda. Y nuestras comunidades deben ser signos de alegría y de fiesta. Si lo son, siempre habrá personas que se comprometan. Las comunidades tristes son estériles, no tenemos una alegría plena, pero nuestras fiestas son pequeños signos de la fiesta eterna, de las bodas a las que estamos invitados. 
                                                   La Comunidad, P 355

Las cáscaras de naranja


En nuestras comunidades del Arca, al acabar la comida, cuando hemos comido naranjas de postre, a veces nos tiramos las cáscaras unos a otros. Todo el mundo participa. Un día, despúes de una cena de éstas, un inglés que estaba de visita, nos preguntó si esta era una costumbre francesa. No creo que lo sea, pero sé que para algunas personas ése es el momento de salir de su aislamiento y de expresarse con alegría, sobre todo si no pueden comunicarse con palabras. Algunas personas disminuidas no pueden participar en conversaciones interesantes, pero pueden participar en juegos, con gestos. Cuando reciben una cáscara de naranja en la nariz, están encantados de poderla devolver.
Expliqué esta manera de actuar en un retiro en Nueva Zelanda a unos superiores mayores de órdenes religiosas. La última noche tuvimos una cena con el obispo, y por casualidad, teníamos naranjas de postre. Fue digno de ver a las madres superioras, muy serias y hasta entonces, un poco tiesas, tirarse felices las cáscaras de naranjas, bajo la mirada del obispo...  que no había asistido al retiro. Hubo que darle algunas explicaciones...
                                                   La Comunidad, P 35

Hechos para amar

La vida en el Arca es exigente. Lleva consigo muchas renuncias. Un salario menor, muchas horas de trabajo, renunciar a algunos bienes culturales y a ciertas amistades. Pero se recibe mucho más: una vida comunitaria, el descubrimiento de que se es amado, que la vida tiene sentido y que la fe, la competencia y el compromiso social están unidos. El Arca es un lugar de crecimiento humano y espiritual. 

El Arca es un don para nuestra época en la que cada vez más gente se siente seducida por la tecnología, los conocimientos intelectuales y científicos: olvidan el corazón y lo humano o se sumergen en la tristeza y la desesperación. Con frecuencia, nuestra sociedad pretende suprimir a los más débiles con el pretexto de que molestan y de que cuesta muy caro mantenerlos. A través del Arca, Dios nos quiere recordar el sentido más profundo de nuestra humanidad: estamos hechos para amar y para poner todas nuestras capacidades al servicio de la construcción de una sociedad más acogedora en la que cada uno encuentre su lugar.

 
Jean Vanier, Amar hasta el extremo P 8.

Un signo, no una solución

Nuestras comunidades quieren ser testigos, en el seno de la sociedad y de la Iglesia, del amor de Dios que ve en lo profundo de los corazones y que acoge nuestra debilidad. El Arca no es ante todo una solución a un problema social; es el signo de que los seres humanos no están avocados a la guerra y a la lucha en las que los fuertes aplastan siempre a los más débiles.

El amor es posible. Cada persona es valiosa y sagrada.  

Jean Vanier  - Amar hasta el extremo, P 8

 

 

 

Una manifestación especial de Dios

El Arca ha sido inspirada por el Espíritu Santo, a través del Padre Thomas Philippe, para revelar que lo esencial del ser humano no radica en los conocimientos sino en el amor. Por eso, Dios ha querido manifestarse de una forma particular a través de las personas con un discpacidad mental; a través de su debilidad, de su sencillez y de su corazón.

 

Jean Vanier  - Amar hasta el extremo, P 9.

La vida en comunidad, escuela de amor

La vida comunitaria en El Arca con personas débiles se concreta en realidades materiales muy sencillas. Preparar una buena comida, pasar el tiempo en torno a la mesa, fregar los platos, ocuparse de la ropa, arreglar las cosas, animar las reuniones, limpiar la casa para que esté bonita y acogedora. Miles de cosas pequeñas que llevan su tiempo. Pero es también ocuparse del cuerpo de las personas débiles, bañarles, cortarles las uñas, ayudarles a comprarse la ropa y a administrar su dinero. Ya sea en el taller o en el jardín, se trata de hacer cosas sencillas con los medios que se tiene.

Esas pequeñas cosas son percibidas muchas veces como insignificantes, sin valor. Pero esos pequeños gestos pueden ser gestos de amor que posibilitan la comunión de los corazones. La vida comunitaria se convierte así en escuela de amor.

 

 Jean Vanier, Amar hasta el extremo, P 51

 

Unidad

Ser santo y ser íntegro. Hallar nuestra propia unidad dentro de uno mismo, hallar unidad para que no seamos solo en nuestra mente o solo en la carne ni solo en el corazón; esa plenitud interior es una especie de paz y sabiduría. Y necesitamos sabiduría. 

 

Jean Vanier  - Al encuentro del otro, P 57.

 

Dios es como un niño que ama

¿Cuál es el grito de las personas con discapacidad? ¿Es que quieren poder y dinero…? Su grito es ser mirados, ser encontrados. Lloran por una amistad… Cuando te conviertes en amigo de alguien, comienzas a amarlo (y a amarlo con su libertad). Y en cuanto amamos nos volvemos vulnerables.

El Evangelio de Juan dice que Dios es amor. Yo encuentro que Dios es sumamente pequeño y vulnerable...Quizás el mayor signo de Dios es un niño pequeño que ama.


Jean Vanier  - Entrevista realizada en Junio 2008, en Trosly-Breuil (Francia)

 

¿Razón o corazón?

...Entonces uno puede preguntarse, ¿qué es lo esencial del ser humano, la razón o el corazón?

El misterio del ser humano es que somos corazón.

Cuando nos volvemos viejos ya no podemos hacer cosas ni razonar como antes, pero sí tenemos un corazón.  

 

 Jean Vanier  - Entrevista realizada en Junio 2008

¿Un mundo sin discapacidad?

Nunca existirá un mundo sin discapacidad.

En Francia, una de cada tres personas es mayor de edad. Antes, era uno de cada cinco. Muchas de las personas que viven en El Arca, no nacieron con una deficiencia, sino que fue adquirida. Crease o no, todos vamos a morir. Vamos a ser débiles y dependientes, al igual que cuando nacimos.

Hay algo en nuestra sociedad que quiere el poder y el control. Las personas con discapacidad llevan tiempo, dinero y recursos humanos… Pero ¿qué necesitamos más los seres humanos? ¿Poder o capacidad de relacionarnos?

 Jean Vanier  - Entrevista realizada en Junio 2008, en Trosly-Breuil (Francia)

 

La mejor bienvenida

Las personas con discapacidad intelectual, por lo general incapaces de pensamiento abstracto, a menudo son más capaces de dar bienvenida a la presencia de los demás. Al ser menos competitivos, son los mejores para crear comunión. Esta capacidad oculta los hace más dispuestos a recibir la presencia del Dios del amor.

Jean Vanier, Cada persona es una historia Sagrada

El pobre

Hoy nos cuesta aceptar ciertas palabras evangélicas como "el pobre", "el débil". Normalmente se ve al pobre como el pobre económicamente. Pero un hombre sin trabajo, una madre que acaba de perder a un hijo, también son pobres. El pobre es el que sufre necesidad, el que reconoce esa necesidad y pide ayuda. La debilidad normalmente, es vista como un defecto. Pero ¿no somos todos débiles y estamos necesitados de alguna manera?

Todos somos vulnerables, todos tenemos nuestros límites y nuestras deficiencias. El débil necesita al fuerte, pero lo que hemos descubierto en el Arca, es que el fuerte también necesita al débil...

 

Jean Vanier, Amar hasta el extremo, p 12

 

A diferencia de Aristóteles

Mis estudios en Aristóteles me ayudaron a ordenar mis pensamientos, y a distinguir lo que realmente importa de lo que es menos importante. Aristóteles amaba todo lo humano. Él me hizo prestar atención no a las ideas, sino sobre todo a la realidad y a la experiencia. Sin embargo, difiero de Aristóteles sobre ciertos aspectos de la antropología, sobre todo en su definición del ser humano como "animal racional", una definición que excluye a las personas con discapacidad intelectual de la humanidad. Prefiero definir al ser humano como "alguien capaz de amar."

 

Jean Vanier, Nuestro viaje a casa, Introducción

  

 

¿Qué los tranformó?

Hace poco, diecinueve futuro sacerdotes vinieron a vivir un mes en El Arca. Al finalizar el período, todos dijeron que se sentían transformados por haber vivido aquí. Yo me preguntaba cómo esas personas, que se estaban convirtiendo en sacerdotes, decían que luego de vivir un mes con nosotros (que somos vistos como unos locos), se sentían transformados. ¿Qué los transformó?

Pues bien, ellos pasaron de las ideas...pasaron del valor de las ideas, del valor del éxito o del valor de hacer un doctorado un máster... al valor de una relación. Al relacionarse y al empezar a amar a unas personas, comenzaron a sentir preocupación por ellas, a escuchar su dolor...La relación los volvió vulnerables. 

Tu ves, cuando uno escucha su cabeza, no tiene peligro. Pero cuando se mira hacia abajo (a su corazón) y entra en una relación, eso se convierte en "peligroso". Es como la historia del buen samaritano...

 

Jean Vanier, Entrevista realizada en Junio 2008

  

 

La felicidad, la vida que fluye

La felicidad sólo puede llegar mientras la vida fluye.

Puedes poner delante de mí dinero, poder y cosas, pero la felicidad es... dar vida. El misterio de los seres vivos es que dan la vida (durante generaciones cada especie da vida a otra). La felicidad es dar y recibir vida, y eso es también relación. Creo que la felicidad eterna será la mismo. La vida en continuo movimiento. La felicidad no está sólo en los conocimientos, está en una vida que fluye.

La belleza aquí; celebrando la vida juntos.

 Jean Vanier, Entrevista realizada en Junio 2008

 

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La vocación de la persona con discapacidad

Yo creo que todas las vocaciones son importantes. Pero me llama la atención cuando me dicen "rece por las vocaciones", haciendo referencia exclusivamente a las vocaciones religiosas. Claro que estoy de acuerdo en que las monjas y los sacerdotes son importantes para la Iglesia, pero ¿qué hay de las personas con discapacidad? Ellas también tienen una vocación en la iglesia, al igual que los demás.
 Jean Vanier, Entrevista realizada en Junio 2008


El debate del aborto

En primer lugar, antes de entrar en debates, estamos llamados a vivir.

Hay un gran debate en torno a la preservación de la vida. Yo digo que sí a la vida. Hay quienes se declaran "anti-aborto", pero al mismo tiempo ¿qué hacen con las personas con discapacidad? No me hace feliz cuando veo tantos carteles anti-aborto y, a continuación, bebés que son abandonados en instituciones. Yo estoy en contra del aborto pero hago preguntas.

En El Arca celebramos la vida, damos la bienvenida a las personas con discapacidad, y tenemos que crear modelos. Personas con discapacidad, siempre habrá muchas, ¿pero personas que vivan con ellos? Somos en parte, una paradoja. El Arca es un paradoja. No siempre es fácil. 

Jean Vanier, Entrevista realizada en Junio 2008

  

 

Creer en ellos

Hay personas que me dicen "usted está haciendo un buen trabajo". Pero yo nunca llegué a El Arca para "hacer un buen trabajo", no estaba interesado en eso.

Tenemos muchas personas que vienen aquí y que no son cristianos pero son buenas personas. Yo creo que es mejor tener personas aquí que no creen en Dios pero creen en las personas con discapacidad, que las personas que creen en Dios pero no en las personas con discapacidad. ¿Significa esto que se las margina? Una vez más, me siento vulnerable por todas estas preguntas.

  Jean Vanier  - Entrevista realizada en Junio 2008

 

 

 

 

Los jefes ocupados y distantes

El responsable tiene el peligro de levantar barreras ante él y ante aquellos sobre los que es responsable. Da la impresión de estar siempre ocupado. Impresiona por lo grande que es su coche o su despacho. Hace sentir que él es superior o el más importante. Este tipo de jefe tiene miedo y da miedo. Está inseguro y por eso mismo guarda distancias. El verdadero responsable está disponible. Va a pie, da a su gente múltiples ocasiones de abordarle y de hablarle como a un hermano o una hermana. No se oculta y por lo mismo permanece vulnerable a toda respuesta o crítica abierta. Un buen responsable debe siempre permanecer cerca de quienes es responsable y facilitar encuentros verdaderos y sencillos. Si se mantiene alejando no podrá conocer ni a su pueblo ni a sus necesidades. 

Jean Vanier, La comunidad, P 246.

 

Ser ejemplo

Es importante que el responsable se muestre tal y como es y comparta sus dificultades y debilidades. Si las oculta, las personas se arriesgan a verle como un modelo inimitable. Pero un día verán sus deficiencias y se rebelarán. Después de haberle puesto en un pedestal, le verán caer a lo más bajo. Es importante que le vean falible y humano, pero al mismo tiempo confiado y esforzándose por progresar. Si el responsable tiene que ser un verdadero servidor de la comunión, debe estar él mismo en comunión con los demás, en tanto que persona, no en tanto que responsable. Debe dar ejemplo de lo que es compartir.  

 Jean Vanier  - La Comunidad P 246

 

Fidelidad y ternura

En nuestra época en que hay tantas infidelidades, matrimonios rotos, relaciones truncadas, personas que no han sido fieles al amor que prometieron, hijos enfrentados a sus padres...es cada vez más necesario que surjan comunidades, signos de fidelidad. Aunque sean de estudiantes, de amigos, aunque se reúnan sólo por un tiempo y puedan ser signos de esperanza. Pero es aún más importante la presencia de comunidades donde los miembros vivan fielmente toda su vida una alianza con Dios, entre sí y con los pobres. Estas comunidades se convierten en signos de la fidelidad de Dios.

La palabra hebrea hesed expresa dos realidades: la fidelidad y la ternura. En nuestra civilización podemos ser cariñosos pero infieles, como podemos ser fieles sin ternura. El amor de Dios es a la vez ternura y fidelidad. Nuestro mundo espera comunidades que tengan ternura y fidelidad. Y están surgiendo. 

 

Jean Vanier, La comunidad, P 75.

 

Rezar unidos

La oración en comunidad es un alimento importante. Una comunidad que reza unida, que entra en el silencio y que adora, se apiña bajo la acción de Espíritu Santo. El grito que brota de la comunidad es escuchado de manera especial por Dios. Cuando unidos se pide a Dios un don, una gracia, dios escucha y nos atiende. 

 

Jean Vanier, La comunidad, P 112.

 

El derecho a ser "malo"

Siempre he querido escribir un libro que se llamara: El derecho a ser malo. Aunque con más justificación se podría llamar: El derecho a ser uno mismo. Una de los grandes dificultades de la vida comunitaria consiste en que a veces se obliga a los demás a ser lo que no son; se les recubre de un ideal al que han de conformarse. Se espera demasiado de ellos y con rapidez se les juzga y se les coloca etiquetas. Si no llegan a identificarse con la imagen que se han hecho los demás de ellos, temen que no se les quiera o, por lo menos, temen decepcionarlos. Y se sienten obligados a esconderse detrás de una máscara.

Jean Vanier, La comunidad, P 54.

 

Luces y oscuridades

En todos nosotros hay una parte que ya está iluminada, convertida. Hay también otra aún en tinieblas. Una comunidad no se compone sólo de la necesidad de ser transformados, purificados, podados. También se compone de "no convertidos".

 Jean Vanier, La Comunidad P 55

  

 

Amar el secreto de la persona

Vivir en comunidad es descubrir y amar el secreto de la persona, en lo que tiene de única. Es así como se llega a ser libre. Entonces no se vive según el deseo de los demás o representando una comedia, sino a partir de la llamada profunda de su persona, haciéndose libre, libre para amar a los otros tal y como son, y no tal y como nos gustaría que fueran.

 Jean Vanier  - La Comunidad P 54

 

 

 

La imperfección de nuestro amor

Teresa de Lisieux escribe que meditando el mandamiento de Jesús, amar como él ha amado, había comprendido la imperfección de su amor por sus hermanas.

"He visto que no las amaba como Dios las ama. Ahora comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar las debilidades de los demás, no extrañándose nunca de ellas, edificándose por los pequeños actos de virtud que ellas practican".*

Amar a los demás es reconocer sus dones y ayudarles a desarrollarlos; es también aceptar sus heridas y ser pacientes y compasivos con ellos. Si sólo vemos sus dones y su belleza, esperaremos demasiado de ellos. Si nada mas vemos sus heridas y nos volcamos excesivamente con ellos, o los rechazamos, corremos el riesgo de impedirles que crezcan.  

Jean Vanier, La comunidad, P 55.

 

 

 * Santa Teresa del Niño Jesús, Manuscritos autobiográficos, p 257

La llamada de Jesús

Jesús eligió para vivir con él en la primera comunidad de apóstoles, a personas profundamente diferentes: Pedro, Mateo (el publicano), Simón (el celota), Judas... Nunca hubieran ido juntos, si el maestro no les hubiese llamado. Y cuando estaban juntos, perdían el tiempo discutiendo para saber quién era el más grande entre ellos. No, la vida en comunidad no es nada fácil, pero se hace posible gracias a la llamada de Jesús.

  

Jean Vanier,  La Comunidad P 57

Escuchar a la persona con discapacidad

Cuando uno está con personas que sufren alguna discapacidad mental, no debe tener prisa. Hay que tomarse el tiempo necesario para escucharlos y comprenderlos. No son fundamentalmente "eficaces"; encuentran su alegría en la presencia, en la relación; su ritmo en el del corazón. Nos obligan a ir más despacio para vivir intensamente la relación.

 

 

Jean Vanier, Amar hasta el extremo P 29.

 

 

Aprender a escuchar

Escuchar es ante todo una actitud. Es tratar de comprender al otro con sus sufrimientos, sus deseo y su esperanza, sin juzgarle ni condenarle. Escuchar es hacerle ver al otro su valor, darle vida y ayudarle a tener confianza en sí mismo. Muchas personas sufren porque sienten que nadie intenta comprenderles. Se encierran en sí mismos. Pero si se les escucha con interés, atención y benevolencia, comienzan a abrirse.

 

Jean Vanier, Amar hasta el extremo, P 29

  

El lenguaje del cuerpo

Escuchar es prestar atención no solamente a las palabras, sino también al cuerpo, al lenguaje no verbal. Raphäel apenas hablaba. Tuve que aprender su lenguaje y la significación que daba a algunas palabras que sabía pronunciar. Tuve también que aprender el lenguaje de su cuerpo, de sus lágrimas, de sus tristezas, de su sonrisa y de sus caricias, de sus gritos de rabia producidos por sus frustraciones. La persona con una discapacidad mental, se expresa en mayor medida a través de su cuerpo que a través de la palabra.

 Jean Vanier  - Amar hasta el extremo P 30

 

 

Bañar a una persona

Entre las experiencias fuertes que he tenido, hay que destacar los momentos del baño. Una persona desnuda se encuentra en un estado particular de vulnerabilidad y de pequeñez. Hay que estar a la escucha de su cuerpo y de sus reacciones para que se pueda aprovechar al máximo ese momento privilegiado de relación. Bañar a una persona exige una gracia especial de delicadeza y un profundo respeto del cuerpo. Antes de venir al Arca no había bañado nunca a nadie. Cuando lo hice, descubrí el sentido de las palabras de Pablo: "¿No sabes que tu cuerpo es templo del Espíritu Santo? (1 Cor 6,19). Ese cuerpo débil, frágil, desnudo, es el lugar de la presencia de Dios, como mi propio cuerpo.

 Jean Vanier, Amar hasta el extremo, P 30.

 

El conocimiento afectivo

La persona con una discapacidad mental no puede conocer a Dios de una manera intelectual o a través de conceptos abstractos. Pero puede captar que es amada.

Un niño que se siente amado está tranquilo; si siente que no es querido, sufre. Su conocimiento no es abstracto, sino afectivo: pasa por el corazón, el cuerpo y los sentidos. ¿No ocurre lo mismo, salvando las distancias, en una persona con una deficiencia mental, sobre todo cuando la deficiencia es profunda?

A veces los intelectuales encuentran dificultades en comprender este conocimiento afectivo, que es considerado por ellos como emotivo, de escaso valor. Olvidan que este tipo de conocimiento es el más antiguo, el más fundamental en cada uno de nosotros; es el que ha forjado los fundamentos de nuestra psicología, cuando nos hemos sentido amados o rechazados por nuestros padres. Es el que se activa cuando nos enamoramos. Es el que da la alegría de ser amado, la fuerza de amar.

 

Jean Vanier, Amar hasta el extremo, p 34 

 

Eric y la capilla

 

 


De: Pensamiento diario de Jean Vanier [mailto:comunicacion@arcalatina.org]
Enviado el: jueves, 15 de julio de 2010 12:01 a.m.
Para: mariamullen@gmail.com
Asunto: 15/07/10: Eric

Mi comunidad había acogido a Éric, un joven ciego, sordo, no hablaba y era incapaz de andar o de comer solo. Llegaba de un hospital en el que había sufrido la ausencia de su madre, que la amaba mucho pero que no podía ocuparse de él: había sufrido el ser tocado por muchas manos sin un compromiso afectivo real. Había desarrollado una imagen herida de sí mismo. Nuestro papel en el Arca consistía en revelarle que era digno de ser amado, que éramos felices de que existiera tal como era.

Le llevábamos a veces a la capilla para la celebración eucarística; los que estaban a su lado percibían la gran paz que se reflejaba entonces en su rostro. ¿Cómo podía saber que estaba en la capilla sino porque Dios se manifestaba a el a través de una paz interior? El misterio de la encarnación es que Dios viene a nosotros, se nos da, porque nos ama, porque se revela a nuestro corazón a través de su Espíritu Santo. Personas como Éric frecuentemente están más abiertas a la presencia, a la comunión de los corazones; acoge a Dios a través de la paz, sin poder nombrarle. 

Jean Vanier,  Amar hasta el extremo, P 33

¿Qué es la humildad?

El orgullo destruye la comunidad; la humildad la construye.

La humildad es reconocer en el otro lo que es hermoso, el don de Dios; es reconocer nuestras propias tinieblas, nuestra suficiencia que empaña nuestras buenas acciones y nuestra búsqueda del primer puesto; es reconocer que necesitamos a Jesús para liberarnos de ese orgullo que llevamos pegado a la piel.

 Jean Vanier, Amar hasta el extremo, p 56 

El guía espiritual

 

El guía espiritual es aquel que nos ayuda a descubrir el sentido de nuestras pruebas y sobre todo nos ayuda a utilizarlas. Cuando se atraviesan las decepciones de la vida comunitaria, cuando uno se siente marginado y dejado de lado, nos recuerda: "No te preocupes, es un momento de prueba. Es una muerte, sí, pero ¿no sabes que es necesario morir con Cristo para resucitar con él? Espera la aurora; sé paciente. Acuérdate de la alianza". Es una pena no aprovechar los fracasos para crecer espiritualmente. Demasiadas veces nos vemos detenidos por las frustraciones, las cóleras o las depresiones.

 

Jean Vanier, La comunidad P 266

 

El guía espiritual II

El guía espiritual no siempre necesita dar consejos. Toda persona tiene dentro de sí la luz de la verdad. Si se es lo suficientemente maduro, y se está en paz consigo mismo, descubriremos en nosotros la respuesta. Pero siempre se necesita a una persona que nos haga buenas preguntas. 

 Jean Vanier, La Comunidad, 266

  

¿Cómo escuchar la llamada?

Las personas que buscan su llamada, su vocación, están a veces tan obsesionadas por su propia "pequeña" llamada que no oyen el grito de sufrimiento y la llamada del pobre. A menudo se descubre la propia llamada cuando se escucha la llamada de los demás.

 Jean Vanier  - La comunidad, P 264

  

Esfuerzo y Providencia

El reconocimiento de la acción de Dios en la vida comunitaria exige una fidelidad muy grande.

Lejos de engendrar un cierto "dejarse llevar" o una actitud de "no te preocupes, Dios proveerá", el reconocimiento de que Dios ha velado siempre por nosotros, exige que permanezcamos aferrados a lo esencial de nuestra vocación. Dios no vela más que en la medida en que, con audacia, uno trate de permanecer fiel. Dios responde a las necesidades sólo en la medida en que nosotros trabajamos, y hasta duramente, para encontrar soluciones reales. A veces espera que hayamos llegado hasta el final de los medios humanos para responder a la llamada.

 Jean Vanier, La Comunidad, P 172.

 

La vejez y los lutos

El año pasado me jubilé oficialmente. Nacido en 1928, ahora tengo sesenta y seis años. (*) Me siento todavía lleno de energía, pero sé también que, progresivamente, se van a ir terminando mis funciones concretas en El Arca; es el comienzo de mi vejez, la última etapa de mi vida.

Luego de tantos años, dejar la responsabilidad de la comunidad, fue, por un lado, un verdadero alivio. Pero también fue un luto. Cuando se tiene la costumbre de tomar decisiones es difícil de repente no tener que hacerlo. Cuesta aceptar que acudan a otro. Es duro perder el control de las personas y las situaciones.

Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada, p 120

 

(*) Actualmente Jean Vanier tiene 81 años; este texto fue escrito en 1994. Vive próximo al primer hogar del Arca, en el pueblo de Trosly-Breuil, Francia.

Nuestra humanidad común

Debemos tomar conciencia de que formamos parte de una humanidad común; no necesitamos ganar para ser. Los demás no son rivales, sino compañeros. La vida no consiste en subir en la escala en detrimento de las personas a las que hemos ido superando; la vida es ayudar a cada uno a ser, a encontrar su puesto único en el cuerpo: reconocer el don de cada uno, pero también sus dificultades.

La comunidad, dado que es el lugar del encuentro de las personas, es un lugar de sanación de los corazones. Porque estamos comprometidos los unos a los otros, vamos a descubrir todas nuestras dificultades y todas nuestras heridas en la relación. La sabiduría consiste en descubrir quiénes somos con nuestro límites y fragilidades ocultos. Podemos buscar entonces una ayuda o un apoyo. Del idealismo pasamos al pesimismo, y después llegamos al ser realistas. 

 

 Jean Vanier  - La comunidad, P 264

  

Hombre y mujer

Cuando el hombre ejerce la autoridad, piensa más que nada en estructuras, programa la obra que hay que realizar; la mujer piensa más en las personas. El hombre es más cerebral, la mujer más intuitiva, más fina, más delicada, más cercana a los detalles. Esas diferencias que yo he experimentado miles de veces, no son absolutas, evidentemente.
A menudo el hombre intenta dominar a la mujer con su fuerza; se niega a admitir la calidad de su inteligencia, no la escucha. Pero si el hombre dedica su tiempo a recibir y a escuchar a la mujer, descubre la belleza y la verdad de la complementariedad y de la cooperación; la alegría de formar parte de un cuerpo juntos. 
Recuero una pareja del Arca que me impresionó mucho por su unidad, por la ternura y la escucha mutuas después de veinticinco años de matrimonio. Les hablé de la importancia de su unidad para El Arca. "Esto no siempre ha sido así" me dijo el marido sonriendo. "He tenido que trabajar mucho para construir nuestra unidad". 
  Jean Vanier, Cada persona es una historia Sagrada, 184

La vejez puede ser un tiempo feliz

La vejez puede ser un tiempo feliz. Algunos se comprometen a múltiples actividades que les interesan; otros se sienten liberados por fin de las tareas de ejecución y de poder; no necesitan demostrar sus capacidades. Pueden realizar todas las cosas que no tuvieron tiempo de hacer; pueden abrir su corazón a los demás, escucharles, pues no tienen nada que perder; pueden vivir la comunión y dedicar tiempo a celebrar y orar. Pero hace falta tiempo para renunciar a las actividades mayores, a esas actividades competitivas que demostraban nuestro valor y nuestra importancia. Aparece entonces un vacío en nosotros, un sentimiento de muerte, de tristeza y de abandono. A veces me descubro lleno de ira porque me siento dañado, dejado de lado, desvalorizado, poco reconocido. La vejez es un paso hacia la tierra de la comunión, hacia la debilidad aceptada. Se encuentra lo que se había perdido de niño buscando una identidad de éxito y poder; se encuentran la belleza y la sencillez de la vida cotidiana.
Pero para ello, hay que saber pasar por momentos difíciles. Yo he tenido que pasar por ellos. He tenido que aprender a vivir mis lutos.

Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada, P120